Benjamin Talley Smith, el hombre que susurra a los vaqueros
Asesor de marcas como Tommy Hilfiger o Marc Jacobs, el mago del ‘jeans’ nos recibe en Nueva York. “Como aciertes en este negocio, el éxito dura para siempre”, afirma

El relato del éxito a la americana está lleno de vocaciones tempranas, ideas rompedoras y exposición mediática. Pero nada de eso aplica a Benjamin Talley Smith (Putney, Vermont, 46 años). Él pensó que quería dedicarse al cine, pero cuando se vio frente a ordenadores y programas de edición se dio cuenta de que echaba de menos trabajar con las manos. De ahí saltó de manera algo aleatoria a la moda y, dentro del sector, se dedicó a una parte aparentemente poco vistosa: los pantalones vaqueros o jeans. Y, poco a poco, surgió el amor. Llegaron a conocerse tan a fondo que hoy es el gran experto en tan peculiar materia, que estudia como si fuera una ciencia. Ha sido el jeans whisperer (el hombre que susurra a los vaqueros) para Tommy Hilfiger, Helmut Lang, Rag & Bone o Marc by Marc Jacobs, aunque tampoco le tembló el pulso a la hora de diseñar unos de 27 dólares para Walmart.
Hasta que The New York Times no le dedicó una pieza hace ahora un año, era el secreto mejor guardado de la industria textil estadounidense. Él prefiere que siga siendo así: que su consultoría independiente (Talley Creative) siga con sus cinco empleados y no más y que mantenga la libertad de decir no a las firmas que considere no están preparadas para lanzar su línea de vaqueros. “Hace poco, el presidente de una marca me dijo al conocerme que no era para nada lo que había imaginado”, explica sabiendo que no tiene las ínfulas que se atribuyen a este mundo. Y recuerda que no pudo contener la risa cuando alguien de cuyo nombre no quiere acordarse juró vengarse de una supermodelo solo porque no estaba disponible para ellos en ese momento.

Talley Smith, con su actitud de chico bueno criado en Vermont y, cómo no, vestido con pantalón y chaqueta vaquera, nos cita en una cafetería en el SoHo de Nueva York justo antes de una reunión con la firma Spanx, con los que acaba de sacar una innovadora línea de jeans en aleación con licra que cree que puede revolucionar el mercado. Un mercado, el del vaquero, que generó 45.510 millones de dólares en 2024 en todo el mundo, según un informe de Research and Markets, y que va a todo vapor: esas mismas fuentes predicen que en 2030 generará 67.360 millones de dólares. “Es un emblema de Estados Unidos y no pasa de moda. En las firmas para las que he trabajado, el negocio de los vaqueros suponía no menos del 10% para ellas. Si lo haces bien, se convierte en algo gigante, y es por eso por lo que a los inversores les resulta atractivo. Y, además, como aciertes, el éxito dura para siempre”, esgrime.
Todos tenemos nuestros pantalones vaqueros favoritos. Esos que nos sientan bien y a los que juramos fidelidad. “Una vez que los encuentras y te sientes cómodo con ellos, son casi como una armadura”, resume él, que se encarga, precisamente, de que no haya cuerpo que se quede sin su jeans más favorecedor, aquel que volveremos a comprar cuando se nos haya desgastado o encogido. “Una vez me llamó uno de los fundadores de Shazam pidiéndome ayuda porque el que era su vaquero favorito ya no se fabricaba”, recuerda. Pero más allá de esta anécdota, lo que distingue a Talley es que ofrece un servicio vertical en su consultoría: desde el suministro y trabajo con los materiales (compra, diseño, lavado) hasta estudio de mercado y campañas de mercadotecnia. The New York Times lo llamó “el mago del jeans”, aunque parece más el archivista de esta prenda: trabaja rodeado de más de 2.000 pantalones vaqueros de todo tipo en su estudio, sigue buscando piezas de coleccionista en tiendas de segunda mano y cuando va por la calle reconoce todas y cada una de sus creaciones. “Son como mis hijos”, bromea. Aunque uno de sus vaqueros más famosos toma el nombre no de su hijo, sino de su esposa: es el Danielle, diseñado para Khaite. Un vaquero de cintura alta y pierna recta que Kendall Jenner llevó el pasado otoño y triunfó en redes.

Según Talley, no hay un solo secreto para el éxito de un vaquero, sino respetar la naturaleza del proceso, que requiere paciencia en el ensayo y error y la veteranía que solo él ostenta en la industria. La primera clave es el lavado: “Supone la parte más costosa del pantalón vaquero y, si quieres hacerlo bien, tiene que ser a mano. Eso hace que cada pantalón sea diferente, que tengan casi como su huella dactilar”. La segunda, con perdón, el culo. ¿Quién no ha hecho una contorsión ante el espejo para ver el efecto de un vaquero en sus posaderas? Si el lavado es lo más caro, diseñar la parte trasera del pantalón es la que consume más tiempo. “Sobre todo en los pantalones de mujer. Requiere probarlos con ellas, es algo que yo mismo tengo que hacer al menos cinco veces a la semana para diferentes marcas. ¿El bolsillo está en el lugar adecuado? ¿Es demasiado pequeño? A veces es una cuestión de milímetros. Y uno nota cuándo no se ha prestado atención suficiente a ese proceso. A veces voy por la calle y digo: ‘Mira, ese bolsillo no está bien puesto”, confiesa. La tercera es entender que una línea de vaqueros requiere un gran esfuerzo inicial: al menos de nueve meses de preparación y 30.000 dólares de presupuesto, dice. La rentabilidad llega en el medio-largo plazo.
Aunque todo suene a cadena de producción, Talley, no obstante, no siente monotonía en su labor. Las tendencias —que si más ancho o más estrecho, que si los retos de la sostenibilidad o las difusas barreras de género de la sociedad contemporánea— lo mantienen más que entretenido. Y hablando con él resulta tentador trazar la evolución de la sociedad a través de una prenda creada en 1873 y que fue pensada, con sus remaches y su tela resistente, para trabajadores en condiciones adversas. Luego estrellas de cine como Marlon Brando y James Dean la popularizaron cuando Hollywood empezaba a contar historias menos glamurosas y más reales. Pese a ese arranque masculino, hoy, afirma Talley, un 80% de la industria se dedica a producir jeans para mujeres, y el gran cambio que trajo este milenio es el jeans premium o vaquero de lujo. “En 1999 Diesel fue la primera que sacó un jeans que costaba 120 dólares cuando el más caro de Levi’s valía unos 89 dólares”, recuerda. Luego llegaron marcas de un nivel superior, como Seven, que se acercaron a los 200 dólares. “Y allí fue cuando empezó todo. En los últimos 10 años hemos entrado en la fase del lujo”, dice, recordando cómo Louis Vuitton fue el que dio el empujón más allá de los 1.000 dólares. “Pero sean de 1.200 o de 20 dólares, lo que hace único al vaquero es la frecuencia con la que todos lo usamos”, concluye.

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