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Retratos de los restos de la minería asturiana, una industria abandonada pero presente

En Asturias existe la leyenda de que la minería surgió a raíz de un fortuito incendio en el Carbayín que descubrió un gran yacimiento de carbón. Otros dicen que ya se extraía el mineral para pequeñas fraguas. Sea como fuere, los miles de kilómetros de mina que en línea recta llegarían a Moscú marcaron la identidad de la cuenca asturleonesa. Diego Sánchez retrata lo que permanece de ese universo

Ruinas de los antiguos lavaderos de Vegamediana, donde se clasificaba el carbón, en la cuenca de Sabero (León). Albergó a cientos de trabajadores y cerró en los años noventa. Hoy es escenario para batallas de 'paintball'.

El historiador Víctor del Reguero recuerda a los viejos mineros jubilados que veía en su adolescencia, allá por la década de los noventa, parándose de golpe en una calle de Villablino porque se quedaban sin aire. Aquejados de silicosis tras respirar durante años el polvo de sílice que flotaba en la mina, sus pulmones se solidificaban hasta convertirse en un pedrusco negro e inútil. En su libro Escenas de cine mudo,el escritor leonés Julio Llamazares relata su infancia en los años sesenta en el también pueblo minero leonés de Olleros de Sabero y, entre otras cosas, cuenta que cada otoño llegaba un circo entero atraído por la prosperidad de que entonces gozaba la localidad. Y que un año, al terminar la temporada, uno de los equilibristas decidió quedarse porque se había enamorado de una chica de Olleros. El tipo terminó trabajando de limpiador de chimeneas y se pasó el resto de la vida subido a las cornisas y los tejados del pueblo, conocido por el mote de Tarzán. El minero Gregorio Blanco, de 75 años, recuerda sobre todo el día en que logró rescatar, al mando de una brigada, a un grupo de compañeros atrapados en un derrumbe. Y Chelo, la maestra jubilada del colegio minero de Sabero, prefiere hablar de los días que no volverán, cuando las clases se llenaban con una media de 40 alumnos por aula, hijos de ingenieros, capataces o mineros. Todo habitante de las extinguidas cuencas mineras leonesas conserva un recuerdo relacionado con la mina, con el mundo de otro siglo del carbón, con la vida de otra época, dura y pujante. Luego, aquí o allá, en medio de la montaña o en el fondo de un valle vacío, surge, como una aparición, la ruina mastodóntica de un lavadero de carbón con aire de fortaleza abandonada hace décadas o el perfil aún airoso pero lleno de óxido del caballete de un pozo cerrado. Esos vestigios parecen los recuerdos mismos del paisaje, como si este recordara o soñara también por su cuenta. El objeto de este reportaje fotográfico es el de consignar a la vez las dos memorias, la del entorno de estos valles hermosísimos y la de las gentes que los habitan y los habitaron.

Cuenca minera de Villablino, ©Diego Sánchez / The Kids Are Right    ----PIEFOTO----      El interior del lavadero abandonado de La Recuelga, cerca de Villablino (León). En sus tiempos, el estruendo fabril era ensordecedor. Hoy solo lo visitan los ladrones de chatarra.
Cuenca minera de Villablino, ©Diego Sánchez / The Kids Are Right    ----PIEFOTO----      Vista general del pozo abandonado Calderón, en los alrededores de Villablino. Puesto en marcha en 1974, cerró en 2010. Aún hay papeles administrativos tirados por el suelo y hasta hace poco colgaban en las paredes los monos de trabajo de los mineros.
Cuenca minera de Villablino, ©Diego Sánchez / The Kids Are Right    ----PIEFOTO----      Maquinaria abandonada en el pozo Calderón. En el interior de este pozo se encerraron en 1992 ocho mineros para protestar por el cierre de la cuenca. Su protesta fue el germen de la Marcha Negra, que condujo a 500 mineros hasta Madrid. Hoy no hay nada excepto un colchón de alguien que duerme por ahí.
Cuenca minera de Sabero. ©Diego Sánchez (The Kids Are Rights)       ----PIEFOTO----      El ingeniero Manuel José Camino posa ante el pozo cerrado Herrera II, donde trabajó hasta los noventa. Antaño acudían 700 mineros diarios en tres turnos. Hoy, Camino pretende conservar este patrimonio.
Cuenca minera de Villablino, ©Diego Sánchez / The Kids Are Right    ----PIEFOTO----      Entrada a una mina abandonada cerca de Villablino. Más allá de los 20 metros puede haber bolsas de grisú, que matarían al visitante en pocos minutos. La cuenca está poblada de estas entradas.
Cuenca minera de Villablino, ©Diego Sánchez / The Kids Are Right    ----PIEFOTO----      El minero jubilado Paco Sela, en el Mesón Minero, en Caboalles de Abajo (León). Asegura que si Dios le diera otra vida la emplearía “en ser de nuevo minero”.
Cuenca minera de Villablino, ©Diego Sánchez / The Kids Are Right    ----PIEFOTO----      Una vagoneta abandonada en la cuenca de Villablino en el mismo lugar del último día de uso.
Cuenca minera de Sabero. ©Diego Sánchez (The Kids Are Rights)    ----PIEFOTO----      Miguel perdió dos dedos de la mano izquierda la primera semana en la mina, en el pozo María, en Caboalles de Abajo. Tenía 16 años.
Cuenca minera de Sabero. ©Diego Sánchez (The Kids Are Rights)       ----PIEFOTO----      El minero de la foto es Maxi Álvarez, 'El Grillo'. Su viuda, Isabel Fernández, de 82 años, es la última habitante del pueblo minero llamado Casetas.
Cuenca minera de Villablino, ©Diego Sánchez / The Kids Are Right    ----PIEFOTO----      El lavadero de carbón de La Recuelga en una curva en la carretera de Villablino a Ponferrada.

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