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Büyükada: un oasis de playa e historia en pleno Estambul

Recorrer la pequeña isla, totalmente peatonal, permite retroceder en el tiempo para descubrir la esencia turca a través de la cocina local y la naturaleza, con un paseo alejado del turismo masivo de la capital cultural turca

Isla Büyükada en Estambul (Turquía) panorámica
Almudena Á. Herrerías

Se abren las puertas del ferri sobre la calle principal de la pequeña isla de Büyükada. Un enclave en el mar de Mármara y un barrio del distrito de Adalar, en Estambul, con playas de agua cristalina en distintos tonos de azul. No hay a la vista vehículos motorizados, solo peatones y ciclistas que circulan entre cafeterías y pequeñas tiendas locales. La calle está adornada por árboles frondosos, banderas turcas y retratos de Kemal Atatürk —fundador y primer presidente de la República de Turquía—. La isla se planta como un oasis en la capital cultural turca porque, aunque comparte la riqueza histórica del centro de Estambul y está a poco menos de 30 kilómetros de la Santa Sofía (visitada por más de seis millones de personas al año), se mantiene al margen del caos turístico. Aquí las familias pasean tranquilamente y los jóvenes disfrutan de un día de playa lejos del bullicio y del tráfico incesante de la ciudad.

Visitar Büyükada es como retroceder en el tiempo. Durante el Imperio Otomano (1299-1922), la isla fue el destino de sultanes y aristócratas, pero tras la caída de este y la instauración de la república de Turquía, la isla se abrió al público en general. Los vestigios de esta época, al internarse por sus calles, aparecen en las imponentes mansiones de madera, algunas abandonadas y otras convertidas en viviendas privadas o en hoteles. El paisaje antiguo de la isla se complementa con el mar y el moderno skyline de la parte asiática de Estambul.

Durante el recorrido a pie por la pequeña isla, verás a los gatos —presentes en toda Turquía— que descansan bajo la sombra de los árboles, bien alimentados por los vecinos y los visitantes. Su presencia evidencía la fe musulmana del país, que valora a estos animales por su limpieza y el profundo respeto que el profeta Mahoma tenía por ellos.

Uno de los puntos más emblemáticos de Büyükada es el monasterio ortodoxo griego Aya Yorgi, encaramado en la cima de la colina más alta de la isla. Construido en el siglo XVIII, se ha convertido en uno de los principales destinos de peregrinaje cristiano de Turquía. El ascenso puede realizarse a pie o en un pequeño autobús eléctrico que deja a los visitantes a 600 metros aproximadamente de la cima. Aunque es un trayecto breve, la inclinación pronunciada de la pendiente puede resultar exigente. Tanto el autobús como el ferri se pagan con la tarjeta Istanbulkart, que permite utilizar todos los medios de transporte público en Estambul, y cuesta 130 liras turcas (2,94 euros, al cambio actual) y se puede recargar hasta las 300 liras (6,78 euros), como máximo.

Detalle del techo del monasterio Aya Yorgi en la isla de Büyükada (Estambul).

Durante la subida al monasterio, es común ver peregrinos caminando descalzos, en silencio o atando listones de colores en los árboles, como parte de los rituales. La vista desde lo alto y descansar sobre las rocas a la sombra de los árboles vale el esfuerzo: el paisaje es totalmente escénico con el azul del mar, un pequeño faro blanco en lo alto de la montaña y la vista de los edificios más modernos de la inmensa ciudad bisagra entre Europa y Asia de más de 15 millones de habitantes.

En Büyükada no circulan coches. Apenas algunos carritos de golf, motonetas eléctricas o el mencionado autobús para alcanzar Aya Yorgi. La forma más cómoda y común de moverse es a pie, aunque alquilar una bicicleta también puede ser una excelente opción —siempre y cuando se esté preparado para afrontar las cuestas—. Para esto hay que tener en cuenta que al acercarse al monasterio es imposible seguir el camino en bicicleta, por lo que hay que encadenar la bici en algún lugar o arrastrarla hasta la cima. Ambas escenas son comunes entre los visitantes.

Una parada obligada, por la particularidad del edificio, es el orfanato griego de Prinkipo (“Rum Yetimhanesi”, en turco). Los locales lo anuncian como “el segundo edificio más grande de madera de Europa” y aunque no hay un listado oficial que lo pueda corroborar, la gran estructura de madera es sorprendente. Abandonado desde hace medio siglo y dañado por un incendio en la década de los ochenta, el edificio es patrimonio cultural y arquitectónico de Estambul. La edificación conserva un aspecto tenebroso, que podría ser un escenario perfecto para una película de terror. Aunque en el futuro esto puede cambiar: en 2024 se pusieron en marcha esfuerzos para restaurar y devolverle su vida útil al edificio.

El orfanato griego de Prinkipo, hoy abandonado, en la isla turca de Büyükada (Estambul).

Otro de los principales sitios históricos de esta pequeña isla es la antigua residencia de León Trotski, uno de los dirigentes más influyentes de la Revolución Rusa. Tras ser exiliado en 1929, eligió Büyükada como su primer refugio. Aunque la mansión de 3.600 metros cuadrados ya no puede visitarse por dentro, aún se puede observar desde el exterior. Los historiadores locales relatan que fue ahí donde escribió su autobiografía Mi vida, mientras se escondía de los asesinos enviados por el dictador Josef Stalin, antiguo líder de la extinta Unión Soviética durante 30 años.

La visita, en un principio de un día, puede extenderse hasta la noche. El alojamiento no es un problema: hay de donde escoger aunque, eso sí, los precios son más elevados que en el resto de la ciudad. En temporada baja, el precio más bajo por una habitación es de 70 euros.

La antigua residencia de León Trotski en Büyükada (Estambul, Turquía).

La isla, a rebosar de restaurantes y cafeterías, es también el lugar perfecto para degustar la gastronomía local. Aquí se puede probar un desayuno turco, que es una experiencia en sí misma. No tienes que decidir si deseas dulce o salado porque, comúnmente, será una mezcla de ambas. Este desayuno consiste en rellenar la mesa de pequeños platillos variados que se disfrutan junto con pan recién horneado. Entre los ingredientes más comunes, destacan los huevos, aceitunas negras y verdes, una selección de quesos, embutidos, mermeladas caseras, miel y verduras frescas como pepino y tomate. Todo acompañado de té, café turco o zumos naturales. Otro platillo típico es el menemen, que son huevos revueltos con tomate, pimiento, cebolla y especias.

Entre los locales que destacan en Büyükada está la tienda de sodas Sevda Gazozcusu, de estilo retro, que ofrece más de 100 sabores diferentes. Entre ellos, predominan los frutales como el de mandarina, piña o granada —la fruta nacional—. Estas bebidas son el complemento ideal para un paseo sin rumbo fijo por el laberinto de calles de la isla, lejos de los precios estratosféricos y de las multitudes guiadas por TikTok.

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