NH Collection Palacio de Aranjuez: hospitalidad en el palacete de Godoy

Al término del viaje, cuando toca regresar con las maletas, una nota escrita en papel aparece por sorpresa engastada en la escobilla del limpiaparabrisas. “Sí, hemos limpiado el parabrisas de su coche para que guarde un buen recuerdo de su estancia entre nosotros”. Un detalle de cortesía que se sumará a otros recuerdos, como la panorámica de las cúpulas, los balaustres y el costado sur del Palacio Real de Aranjuez. Porque el edificio desde cuyas ventanas se obtienen estas fabulosas vistas no es otro que el palacete residencial del secretario de Estado y valido de Carlos IV, Manuel Godoy, cuya defenestración por culpa del famoso motín impidió que su construcción terminara y llegase a ocuparlo. Retomadas las obras en 2003, el edificio funciona ahora como alojamiento de la gama Collection de la cadena NH Hoteles.

Hospitalidad o monumentalidad, he aquí la cuestión. Calidez habitacional o arquitectura real. Ambas experiencias son para recordar mucho tiempo. Porque la decoración interior, algo atribulada por el paso de una década, siembra la experiencia palaciega de dudas. Solo la presencia del gerente, Emiliano Fabaz, evita la melancolía del espacio cuando el hotel no está a pleno rendimiento. El majestuoso salón Alazán, con techos de siete metros de altura, queda muy desabrido en tales circunstancias. Y no digamos el salón de desayunos, algo apretado en su distribución. Afortunadamente, el amplio surtido de elaboraciones y el comedimiento del equipo profesional en organizar los pases del café disipan esa presumible claustrofobia matinal.

Las cenas, junto al bar, no ofrecen nada más allá de un tapeo convencional, quizá porque la oferta gastronómica de la ciudad (Casa José, Casa Pablo, Aguatinta) invita a salir. La clientela, formada en su mayoría por hombres de negocios, aprecia no obstante un servicio de emergencia cuando la hora de llegada se sale del horario normal.

Dentro de su carácter adusto, las habitaciones despliegan una gama de adminículos y enseres de probada comodidad. Los colchones Brillant Basics previenen disgustos de espalda. Y no digamos las tres filas de almohadas. La ducha de efecto lluvia aporta modernidad al minimalismo del cuarto de baño. Y, luego, las vistas. Es cosa de descorrer las cortinas y poner el oído en los jardines que el maestro Rodrigo orquestó en su Concierto de Aranjuez.