Keith Urban, el rey del ‘country’ a quien eclipsa Nicole Kidman
El cantante neozelandés, mejor artista de los Premios ACM, sigue siendo para muchos el marido de la actriz que tuvo que desintoxicarse de su adicción al alcohol y las drogas


El pasado domingo Lionel Richie se subió al escenario del MGM Grand Garden Arena de Las Vegas para desvelar el premio más importante de la gala anual de la Academia de Música Country. El sobre que llevaba en las manos desveló el nombre del artista del año y quien lo recogió fue un emocionado Keith Urban, que para muchos solamente sigue siendo el segundo marido de Nicole Kidman, aquel que tuvo que pasar por rehabilitación a los cuatro meses de casarse.
A la pareja, que celebró el pasado mes de junio doce años de matrimonio, parece importarle poco esa percepción porque uno y otro han sabido convertir una unión en la que pocos confiaban, en un ejemplo de complicidad y de cómo saber gestionar los numerosos períodos en los que se separan a causa de sus respectivos trabajos. Algo que consiguen con mucha conversación telefónica y evitando los mensajes escritos que puedan dar lugar a malinterpretaciones.
Ambos se acompañan en sus respectivas alfombras rojas, aunque el glamour —también la altura— de la actriz que estuvo casada con Tom Cruise, eclipse la mayoría de las veces la imagen del cantante a quien se le nota que se encuentra más cómodo vestido con vaqueros y camiseta y escudado tras su guitarra.
Keith Urban nació en Nueva Zelanda en 1967, el mismo año que Kidman llegaba al mundo en Honolulú, Hawai, aunque sus orígenes son australianos, el mismo país en el que creció el cantante. La primera guitarra cayó en sus manos cuando tenía seis años y desde entonces su vida ha estado siempre unida a la música. En 1991 Urban lanzó su primer álbum antes de trasladarse a Estados Unidos un año después. Allí, ya instalado en Nashville, la capital mundial del country, trabajó primero como guitarrista y después fundó una banda, The Ranch. En 1999 llegó su segundo LP en solitario. Con él Keith Urban comenzó a situarse en ese universo especial en el que los artistas ya son aspirantes a premios importantes y los críticos saben que no deben perder de vista su trayectoria.

Pero ni sus nueve álbumes de estudio, ni sus cuatro premios Grammy y diez Music Awards, entre otros reconocimientos, pueden compararse con la repercusión que le ha aparejado que un día conociera a Nicole Kidman en un evento de promoción de Australia en Los Ángeles y ambos sintieran un flechazo que acabó en el altar de la iglesia de Saint Patrick en Sidney un año después. “Fue un proceso tranquilo que conseguimos mantener en privado durante un tiempo, como sigue siendo nuestro estilo”, afirmó Nicole Kidman a la revista Vanity Fair cuando ya había nacido su primera hija junto al cantante.
Las muestras de cariño que se prodigan en público y la felicidad que ninguno de los dos trata de esconder, también conoció momentos espinosos. Solo cuatro meses después de conocerse, Keith Urban ingresó durante 90 días en la clínica Betty Ford para seguir un tratamiento de desintoxicación. “Durante mucho tiempo el alcohol y las drogas, sobre todo el éxtasis y la cocaína, eran lo mío. Puedo decir que me encantaban”, ha confesado el cantante en más de una ocasión.
A pesar de hablar tan claramente, Urban nunca fue ese tipo de duro rockero que destroza habitaciones y salta de cama en cama. Antes de que apareciera la protagonista de Australia o El secreto de una obsesión, el cantante mantuvo una relación sentimental de ocho años con Laura Sigler, asistente de veterinaria. Después tampoco ha dudado en dar a su mujer el importante lugar que ocupa en su vida: “Cuando conocí a Nicole volví a nacer. Por primera vez en mi vida sentí que de verdad podía deshacerme de los grilletes de la adicción sin recaer constantemente”.
A pesar de no ser muy conocido en Europa, su música sigue llenando los recintos en los que actúa y su imagen ha ganado puntos en Estados Unidos desde que participó hace unos años como coach en La Voz y como jurado en el concurso American Idol. El domingo, en Las Vegas, Urban se acordó de su padre, que murió de cáncer en 2015. Pero las primeras en recibir su agradecimiento fueron su mujer y sus hijas, Sunday Rose, que tiene 11 años, y Faith, de ocho, nacida por vientre de alquiler y muy semejante físicamente a su madre. “Muchas gracias baby, te quiero mucho”, le dijo el cantante a su esposa, “te quiero a ti y a nuestras chicas”. Y las cámaras inmortalizaron la lágrima que corrió por la mejilla de Nicole Kidman y el momento en el que Keith Urban acaparó todos los focos sin importar que su mujer estuviera tan cerca.
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