¿Y ahora qué hago?

Cuando comencé a interesarme por la política, no veía llegar el día en que pudiera votar. Esperaba con ansiedad poder formar parte de ese pueblo, titular de la soberanía, que puede influir en la decisión de quién nos va a gobernar y cómo.

Hoy, pudiendo hacer efectivo mi derecho, no se me antoja tan atractiva la cita electoral de mayo. Veo partidos que parecen haber perdido el rumbo, formaciones con corta vida política que parecen haber envejecido rápido y, ahora, un partido que busca acabar con materias ya conquistadas y consensuadas. Votar parece ser una de esas cosas que cuando no puedes hacerlo llama, pero que pierde su brillo en cuanto te está permitido.

Iván Pinheiro Bódalo. Madrid