Obscenidad
Es indigno que se utilicen crímenes horribles para la lucha partidista


Utilizar un horrible crimen como munición política para atacar al adversario o para cosechar apoyos electorales es una conducta infame que debería estar desterrada de la práctica política. Sin embargo, en España algunos partidos no solo la utilizan sin pudor ni remordimiento, sino que no pierden ocasión, y ya no hay suceso que no sea aprovechado para la lucha partidista. Ha ocurrido de nuevo con el asesinato de Laura Luelmo, la joven maestra desaparecida el día 12 después de que saliese a hacer deporte.
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Este crimen abominable constata de nuevo que las mujeres no están seguras en el espacio público, como se ha visto desgraciadamente en tantas otras ocasiones. En lugar de reflexionar sobre esta realidad que hace que miles de mujeres sientan miedo cuando practican deporte o cualquier otra actividad que los hombres hacen sin ningún temor, el PP ha aprovechado la ocasión para arremeter contra el Gobierno y pedir un nuevo endurecimiento de las penas. El oportunismo llevó ayer a Pablo Casado a alterar la pregunta inicialmente prevista en la sesión de control al Ejecutivo para atacar de forma demagógica al PSOE. Casado reprochó al presidente del Gobierno que su partido haya recurrido ante el Tribunal Constitucional la modificación del Código Penal que en 2015 introdujo la prisión permanente revisable, un sucedáneo de la cadena perpetua que en su momento provocó una intensa controversia jurídica. Aprovechar el asesinato de Laura Luelmo para reclamar una ampliación de los supuestos en los que aplicar la prisión permanente revisable, como hace el PP, es caer de nuevo en el populismo penal.
Pablo Casado sabe que la prisión permanente revisable está en vigor y, por tanto, no puede ser imputable a la posición que el Gobierno tenga sobre esta cuestión el abominable asesinato de Laura Luelmo. Si algo ha quedado demostrado en todo caso es que, como ocurre con la pena de muerte, no cabe esperar que una norma, por severa que sea, tenga un efecto disuasorio universal.
Esa reforma penal fue aprobada en solitario por el PP. Las fuerzas políticas que se opusieron a ella siguen teniendo sólidos argumentos para considerar su derogación, pues es dudoso que encaje en el espíritu de la Constitución, que consagra la finalidad rehabilitadora y de reinserción de las penas. También sabe el PP que el Gobierno había manifestado mucho antes de este crimen su intención de esperar al pronunciamiento del Tribunal Constitucional para tomar una decisión sobre la derogación. En todo caso, parece mucho más pertinente, y seguramente mucho más efectivo, desarrollar las posibilidades que ofrece el artículo 106 del Código Penal para establecer mecanismos especiales de vigilancia en aquellos casos de condenados que salgan de prisión después de haber cumplido la pena sin haberse rehabilitado.
Indigna es también la campaña que Vox y grupos neomachistas han lanzado a través de las redes sociales aprovechando este horrendo crimen para abonar la estrategia que siempre ha utilizado el machismo contra las mujeres: desacreditar al movimiento feminista y poner el foco sobre la conducta de la víctima. Es una trampa caer en el debate de si las mujeres deben o no tomar precauciones y evitar ponerse en peligro saliendo a correr solas. Lo que hay que cuestionar es la causa de que ellas, por el hecho de ser mujeres, no puedan disfrutar de la misma libertad que los hombres para utilizar el espacio público.
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