Trump apunta al FBI

Los ecuatorianos se enfrentan mañana a una decisión trascendente para su futuro y para el rumbo político que pueden adoptar varios países de la región. El referéndum constitucional convocado por el presidente, Lenín Moreno, incluye una pregunta en la que los votantes podrán aprobar o rechazar la reelección indefinida sin límite de mandato alguno del jefe de Estado.

La Constitución no preveía la reelección indefinida, pero el anterior presidente, el populista Rafael Correa, la introdujo mediante una votación parlamentaria y sin consulta al electorado. Ahora Moreno, con buen criterio, ha preferido someter la medida a la voluntad de los ecuatorianos, aunque le haya costado un duro enfrentamiento con Correa, a quien sirvió como vicepresidente. Moreno ha convocado un referéndum con siete preguntas que incluyen, además de la anulación de la reelección indefinida, la inhabilitación política a los condenados por corrupción, la no prescripción de los delitos sexuales contra menores y la prohibición de la minería en zonas protegidas. Correa se ha opuesto enérgicamente a las propuestas, especialmente a la que terminaría con sus aspiraciones de perpetuarse en el poder.

Las repúblicas presidencialistas otorgan un gran poder a quienes llegan a la Jefatura del Estado, y por eso las que son democráticas tienen como mecanismo de protección la limitación de mandatos. Latinoamérica ha asistido en los últimos años a preocupantes y repetidos intentos por parte de gobernantes populistas de romper las reglas y —apelando a la supuesta voluntad popular— no abandonar el poder. Así hicieron Hugo Chávez en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia. Este último, solo gracias a una resolución judicial tras perder un referéndum. Menos éxito tuvo Cristina Fernández en Argentina. Los sondeos apuntan a que los ecuatorianos le dirán no a Correa, lo que constituiría una sensata decisión.