Puntos

Dukan, blanda, de la piña, disociada y depurativa. Son los cinco primeros apellidos que sugiere (al menos a mí, que me tiene fichada) Google al teclear “dieta”. Quizá por populares, quizá porque frena al principio del abecedario: para qué matarnos con la dieta zyzz (sí, existe. Mejor no la busquen).

Bodas a la vista, operación bikini en febrero, clavos ardiendo, burradas. Si dicen que a Letizia le funciona el salmón (a ver, que a Letizia le va bien T-O-D-O, vaya, que por mucha dieta prima el gen), saqueamos Noruega. Insano no es, pero del papillote al ahumado y otra ronda… Otros comentan que Jennifer Aniston sobrevive a base de ¡tacos! ¿Cochinita pibil, salsita, todo chorreante? Obviamente no. Llámenles tacos pero son tortillas planas y verduritas. Con guacamole, sí. Acabas de guacamole hasta el aguacate.

De ahí que tenga que llegar la verdadera reina, dueña de las pantallas, para darnos mascado cómo comer. Y, de paso, forrarse ella. Así funciona: Oprah Winfrey sigue una dieta que existe hace cinco décadas. Le gusta. Se compra un 10% de la empresa. Pierde 11 kilazos. Tuitea alucinada que come pan y adelgaza. Y la cosa, obvio, se dispara.

Oprah ha multiplicado la visibilidad de esa dieta donde se come pan, plátanos, chocolate y sí, también brócoli, pero donde todo se puntúa y se cuenta: Weight Watchers, como dicen por las Américas, entulínea, a la española, o Los Puntos, como la denominan llanamente quienes apuntan alimentos día a día. Si el salmón aburre y los tacos son de locos y Oprah llega y triunfa, será que contar compensa. A ella hasta en el bolsillo. Con un tuit y un poco de pan.