y 4.634 euros


Los proyectistas, en esta ocasión en colaboración con Marianne Løbersli Sørstrøm, recibieron el encargo de recuperar uno de esos cobertizos en la costa que llevaba allí más de 150 años. Estaba en tan mal estado que el dueño decidió demolerlo. Sin embargo, la sencillez de esa construcción, su manera de asentarse en el terreno “y su honestidad en el uso de los materiales”, explican, se convirtieron en guías para idear un nuevo proyecto. ¿Cómo mejorarlo?
Su idea fue ajustarse a la nueva realidad: convertir un almacén en una casa pasa por abrir la vivienda, multiplicar su espacio cuando llega el buen tiempo y llevar, a su interior, luz, calor y cierta comodidad. Eso fue lo que hicieron.
Para empezar fu necesario reconstruir la base del nuevo refugio porque el antiguo había hundido sus cimientos en el barro y no resultaba de fiar. Apoyándose parcialmente sobre una roca, los arquitectos construyeron una plataforma de ocho metros de longitud sobre la que levantaron la cabaña.
La ubicación remota de este proyecto les obligó a trabajar con lo que encontraron disponible. Así, los proyectistas reutilizaron la antigua cubierta de acero del cobertizo original para reforzar las puertas y evitar su desgaste con el uso y también rescataron las ventanas de una granja vecina. Fueron esas ventanas reutilizadas lo que decidió la distancia entre los pilares del tinglado.
La fachada, que, gracias a un sistema de pivotes, puede levantarse hasta convertirse en marquesina en su lado sur, está construida con pino noruego tratado. Este material no requiere ningún tipo de mantenimiento, simplemente se va volviendo gris con el paso del tiempo. Los tramos de la fachada que se levantan están forrados con sábanas de algodón –en su interior- y retroiluminados para llevar luz al porche exterior.
Los arquitectos consideran que la clave de la buena relación entre el lugar, el edificio y el presupuesto está en su continua presencia en la obra. Fue así como surgió buena parte de sus ideas y como pudieron controlar todo el proceso constructivo: “las decisiones fueron racionales, el método constructivo sencillo, los materiales fueron los lógicos, reciclados o pensados para durar”. El resultado es un diseño flexible y, sin embargo vernáculo, que irradia sentido de pertenencia y actualiza la tradición.

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