El nacionalismo convertido en merchandising


Butaca Vermelha convertida en pieza única
Las cosas o importan o no. Aunque pueden llegar a importarnos cuando aprendemos a mirar con mayor perspectiva, resultan poco creíbles cuando nos importan de acuerdo con lo que nos conviene. Así, que la identidad pase de ser clave para explicar un producto a convertirse en disfraz crea confusión. Mata la gallina de los huevos de oro no de hambre sino de empacho.
El empacho lo ha perpetrado, a mi entender, la empresa italiana Edra, una firma defensora, del made in Italy, en buena medida desde una creatividad importada del interior de Brasil, al producir una pieza única uniendo ambos mundos, el de la desbordante creatividad de los hermanos Campana –autores de la silla- con los colores de la bandera italiana para decorar un congreso sobre la denominación de origen made in Italy. ¿Ironía, torpeza o todo vale?
La empresa Edra le ha cambiado el traje a una silla ideada hace 20 años por los diseñadores brasileños Humberto y Fernando Campana. Nacidos en Brotas, una ciudad en el interior de Sâo Paulo famosa por su ecoturismo, los Campana (un abogado reconvertido en diseñador y un arquitecto) saltaron a la palestra del diseño internacional cuando, recogiendo maderas por las calles de Sâo Paulo, construyeron su butaca Favela (1991). Hoy la empresa Edra produce ese asiento con maderas no recogidas de la calle que consiguen un efecto más refinado.
En estas dos décadas, es de rigor reconocer lo que la firma italiana ha hecho por la obra de los Campana (concederle gran atención y protagonismo) y lo que la creatividad de los Campana ha hecho por la empresa italiana (conseguirle, año tras año, feria tras feria, portadas en buena parte de las revistas de decoración del mundo).
Así, reconocidos y solicitados, los Campana representan el cruce entre el hacer artesano (que muchas de sus piezas requieren) y la producción industrial. Adelantaron una tendencia: la del producto de apariencia imperfecta y por eso singular que ha caracterizado a buena parte de los diseños recientes. En esa línea, su butaca Vermelha (1993) obtenía el nombre de la cuerda que, manualmente, se enrolla sobre un soporte metálico para, al final, obtener un sillón.
Es esa silla Vermelha la que, para celebrar un fórum sobre el made in Italy, Edra ha decidido convertir en pieza única. La paradoja de que una pieza ideada en la otra parte del mundo represente esa cultura fabril es interesante. La de que muchos de los productos del made in Italy estén, en realidad, fabricados en el sudeste asiático es la otra cara de la broma. Así, ¿reivindicación? ¿Ironía? ¿Oportunismo? Tal vez no todo valga a la hora de vender una silla. Una silla no es un mundo, pero su producción refleja el mundo.
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