Golosinas suculentas
‘Candy crush’, un juego gratis total que visitan 500 millones de personas, se dispone a salir a Bolsa

Otro ejemplo de la economía del gratis total empezará a cotizar en la Bolsa de Nueva York en cuanto sesudos tiburones de Wall Street estimen los millones de dólares que vale un juego que no cuesta nada.
Candy crush ha sido descargado gratuitamente por 500 millones de personas de todo el mundo en apenas dos años con el único fin de alinear las máximas golosinas con el mismo color. Es aparentemente tan simple como para captar el interés de personas de cualquier edad, sexo o procedencia. Candy crush juega con las obsesiones humanas al cortarle al jugador la actividad después de x movimientos o pérdida de vidas, lo que da pie a que otros amigos telefónicos o de redes sociales le presten recursos o que, directamente, opte por comprar con dinero de verdad — ahora sí— vidas extras.
King, el estudio creador del juego, no es la primera empresa, ni será la última, que crece alrededor de un producto que se regala. Hace unos años una pequeña compañía que estaba ya a punto de cerrar, Rovio, consiguió que uno de sus juegos causara furor entre los internautas. Hoy en día sus pájaros enfadados, Angry birds, tienen películas, peluches y parque de atracciones.
Los pájaros de Rovio dan empleo a 650 personas y generan 110 millones de euros. El juego Angry birds es tan básico, pero tan hábil, como Candy Crush o como el reciente fenómeno Flappy birds —desarrollado en un par de noches, pero que proporciona a su autor 30.000 euros diarios en publicidad—. Son juegos matarratos, pensados para entretener unos minutos, en la parada de autobús, en el metro o en la consulta del dentista, pero con algo sutil para destacar entre decenas de miles de juegos que cada año se lanzan para los teléfonos móviles.
En todos los casos —en los de éxito y en los de fracaso, la mayoría— su rendimiento es más sofisticado que el clásico “pague y es suyo”. La filosofía económica de estos ejemplos comienza por “primero úselo”; después ya se verá el provecho que, en muchos casos, ni el mismo creador preveía. Así ocurrió con el buscador Google o con Facebook. La era del negocio del gratis total, como la de Candy crush, se sigue basando en las fábricas, pero ahora son de talento y de ideas.
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