Las buenas noticias

A veces, tras la ingestión encadenada de titulares horribles, me pregunto cómo no nos echamos a llorar. La cotidianidad de nuestras vidas, ya bastante compleja, nos aleja de la reflexión profunda sobre lo que ocurre fuera de nuestras casas. Pero la aparición normalizada en los medios de la mala noticia ayuda sobremanera. Sucede que nos acostumbramos y la buena noticia forma el anecdotario. En la publicación dominical de este periódico aparece la que en algún momento hubiera tenido que ser una de esas buenas noticias. Resulta que hace 19 años investigadores palestinos e israelíes emprendieron un proyecto en común para Oriente Próximo, que hoy día cuenta con la colaboración de científicos de multitud de países políticamente enfrentados. Nunca había oído hablar de ello: el ruido de las piedras que en cualquier lado unos tiran al tejado de otros se hace más sonoro. Suerte que al menos aparece en forma de reportaje, de anécdota. Los medios de comunicación deberían dejar de publicitar la barbarie y ser simplemente altavoz de la injusticia. Existen buenas noticias, grandes noticias. Puede que conocerlas ayude algún día a convertir a las malas en anécdotas.— Luis Nomdedeu Gallén.