¡Llene el depósito mañana!

Los grandes mercados están hechos de pequeñas distracciones o triles. Por ejemplo, la Comisión Nacional de la Energía (CNE) acaba de revelar en un informe que los precios de los carburantes descienden los lunes en torno al 1% respecto al precio del domingo y recuperan los martes la pérdida sufrida. No es la mano invisible de Adam Smith la que lamina los precios, ni tampoco el deseo de las grandes petroleras de compensar en los depósitos la amargura de una semana laboral que empieza. Es que ese día, todos los lunes, las compañías remiten los precios a la oficina estadística europea. Así que los Cepsa, Repsol, BP y demás concurrentes del combustible tienen que examinarse los lunes en Bruselas con la cara lavada y recien peinás. Luego ya el martes y siguientes se despeinan, descuidan el maquillaje y van al negocio, que el petróleo es cruel. Para una mejor comprensión del fenómeno, urge una explicación histórica. A mediados de la década de los noventa, con Felipe González todavía en Moncloa y antes de que llegaran las liberalizaciones de juguete del PP, el Gobierno liberalizó los precios de los combustibles. Lo hizo después de comprobar que durante un tiempo prudencial las empresas y las estaciones de servicio vendían gasolinas y gasóleos a los mismos precios que se hubieran dado en un mercado competitivo.

Pero después de la liberalización y de forma paulatina el coste del litro de los carburantes empezó a reflejar la estructura real del mercado, que no es precisamente el de una competencia perfecta. Ni siquiera imperfecta. Como efecto colateral de este tobogán hacia precios de oligopolio hay que recordar las trifulcas periódicas entre la Comisión de Competencia y las petroleras, a las que acusa de colusión de precios y abuso de mercado. Por cierto, la CNE asegura que el precio antes de impuestos de la gasolina de 95 estuvo durante el mes de octubre por encima de las medias europeas.

Esa es la parte más seria del conflicto. El maquillaje de los lunes, sombra aquí y sombra allá, el fin de semana nos sentó fatal, es el twist cómico de una fatalidad estadística. Así que, descubierto el truco, la consigna ciudadana ha de ser ¡Llene usted el depósito los lunes! Y procure no gastarlo en una semana.