La comunidad gitana se enfrenta a la desigualdad laboral

Esta entrada ha sido escrita por Lucía Petisco, del área de Comunicación de laFundación Secretariado Gitano
Formación del programa Acceder para aprender a manipular alimentos frescos en Valencia.
La crisis quizá no haya hecho más ricos a los ricos, pero sí más pobres a los pobres. Puede parecer un lugar común, pero no lo es. Los datos corroboran lo que muchas ONG llevamos tiempo denunciando: la crisis se ceba con los más vulnerables, entre ellos la comunidad gitana. La Fundación Secretariado Gitano acaba de presentar un estudio sociolaboral sobre la población gitana que debería encender todas las alarmas. Es una radiografía realizada en toda España a través de 1.800 encuestas con la metodología de la EPA, que desmonta muchos estereotipos: la comunidad gitana quiere trabajar. Su tasa de actividad es mayor que la del resto de la población: 69% frente a 60%. Este dato, sin embargo, esconde una realidad dramática: mientras cualquier joven dedica años a formarse; los jóvenes gitanos abandonan pronto los estudios para apoyar la maltrecha economía familiar.
Sin formación están condenados a trabajos precarios. En los últimos años la brecha aumenta. Se está generando tal desigualdad que va a costar reconducirla. Si comparamos la situación de los gitanos y del resto observamos cómo sufren más paro (36% frente a 21%, con datos de 2011); más parcialidad (42,3% frente a 14%) y mayor temporalidad (53,4% frente a 25,5%).
La crisis no ha creado estas situaciones, pero sí las está cronificando. En los últimos seis años, la tasa de paro de la comunidad gitana casi se ha triplicado, los trabajos que antes eran temporales han desaparecido y el empleo asalariado ha caído.
El retrato robot sería este: trabajador joven, en precario, con hijos, sin contrato y que realiza alguna actividad para obtener ingresos (venta ambulante, recogida de residuos, o ayuda en actividades familiares). Y lo más preocupante, con escasa formación: solamente uno de cada diez tiene estudios de Secundaria, lo mínimo exigido hoy para incorporarse al mercado laboral.
La formación es el verdadero motor de cambio. De los pocos datos positivos del estudio ese es uno: aumenta la población con Secundaria. No es fácil dar pasos de gigante, pero hay que avanzar con políticas comprometidas. Este tema importa poco a las autoridades públicas; importa poco a la sociedad: ¿Puede un país soportar que seis de cada diez gitanos sean analfabetos absolutos o funcionales sin ponerle remedio? Con la crisis ha aumentado la sensibilidad hacia las situaciones de emergencia social, que por supuesto han de ser atendidas; pero se olvida que las políticas activas de empleo son las que realmente permiten mejorar las condiciones de vida a largo plazo.
Aunque las cifras son desalentadoras, hay soluciones. Es posible romper el círculo vicioso de la exclusión. Cuando se brindan oportunidades, se aprovechan las posibilidades. Casos como el de Mónica Carmona, en el video, muestran el esfuerzo de muchos. ¿Propuestas? Las hay. La Fundación desarrolla desde el 2000 el programa de empleo Acceder, financiado con fondos europeos y considerado buena práctica en Europa. ¿Su éxito? 45.000 contratos y 15.000 personas formadas. Es un programa adaptado a la comunidad gitana, en el que es clave la intermediación con empresas.
El cambio se está produciendo ya, eso sí, a cuentagotas. A diario somos testigos de ello: Hace unos días un grupo de gitanos acababa sus prácticas en un hipermercado de Badajoz –a tres les contrataron-; otros tres comenzaron a trabajar como camareros de piso en hoteles de Granada; mientras en Elche y Huesca se formaban en limpieza profesional; en Lugo lo hacían para convertirse en acompañantes de transporte escolar... Pequeños pasos para grandes desafíos.
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