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¿A qué huele el éxito?

Mitin central de Convergència i Unió en Reus. Jordi Xuclà, candidato por Girona, se sincera al público: "He creado un hashtag que ha hecho fortuna: #paramodiputat". La militancia se alborotó. ¿Cuál era ese tema candente del momento que ardía en las redes sociales? Un tema que había hecho fortuna, triunfado, sorprendido, a juicio del diputado. Pero el señor Xuclà no era profeta ni fuera de su tierra: solo siete personas lo usaron. El propio Xuclà, el propio Páramo (no el de Juan Rulfo, sino Carles Páramo, el número tres de la lista en Girona), y otros diputados de CiU en la provincia gerundense. A buen seguro, será un tema arrollador en casa de Xuclà a la hora de comer, pero no sería precisamente lo que se denomina una marea en Twitter. Ni marejadilla.

Al candidato de CiU lo invadió el optimismo 2.0 que caracteriza a nuestros partidos. Spin doctors, Community Managers, y otras profesiones con nombre inglés que nadie sabe bien para qué sirven -algún día un candidato tendrá personal shopper o un business angel, y si no, tiempo al tiempo-, buscan arañar votos en las redes sin parar, y se preguntan: ¿A qué huele el éxito? En Esquerra Republicana el éxito, más que a rosas, huele a flores de plástico. Cosas de la austeridad post-tripartito. El entusiasmo desbordado de los republicanos en las redes es inversamente proporcional a su apoyo en las urnas. Ante la imposibilidad de ganar las elecciones, los independentistas se han propuesto vencer en Twitter (que no les cuenten que por eso no hay subvenciones, que se llevan un disgusto). @AlfredBosch quiere vencer a toda costa a @ciuduran2011 en número de seguidores. Sus cuentas jaleantes celebran cada rotundo éxito del candidato: "Acaba de superar los 4.000 seguidores, supera en 600 a Duran". Pocos seguidores después, idéntica cantinela: "Acaba de superar los 4.444 seguidores, la ventaja sobre Duran es ya de 800". Más vale Twitter que nada.

Los partidos no tienen claro a qué huele el éxito. Si oliera a hashtag, el imberbe Justin Bieber arrasaría en las urnas; si oliera a número de seguidores, la ácida @masaenfurecida tendría muchas papeletas. Aunque, como en la vida no virtual, a los partidos les da igual a qué huela el éxito: al final, todos ganan.

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