Arquitectura como juego de niños

 

 

 

Una cabaña levantada con palos y ramas. A algo así recuerda el nuevo producto Stickingsticks que la empresa británica Modus ha producido al estudio de arquitectos madrileño Kawamura Ganjavian, uno de los más exóticos del territorio. El juego de niños es, en realidad, una mampara, un sistema divisorio modular formado por tubos metálicos, de diversa altura, que se pueden unir aleatoriamente con tiras de velcro. La versatilidad, el ingenio, la intuición, la rapidez y el juego de la obra de estos proyectistas están presentes en este producto que sintetiza su mirada refrescante, creativa y participativa.

Key Portilla-Kawamura nació en Oviedo en 1979 y estudió arquitectura en la Architectural Association de Londres. También Ali Ganjavian (Teherán, 1979) estudió en Londres, en el Royal College of Art. Fue en la capital británica donde se conocieron y, desde hace unos años, trabajan en Madrid, donde Ganjavian completó estudios de Comunicación. A medio camino entre la arquitectura y el diseño, el montaje de exposiciones y la docencia que imparten en países como Japón, India, Suiza o Estados Unidos, desde su estudio madrileño, han firmado piezas ingeniosas como la lámpara Chrololight, que aprovecha la luz que produce para alimentar una planta o el Twist Brush, un cepillo de dientes con dosificador de dentífrico en el mango que apuesta por viajar exclusivamente con lo imprescindible. Pero el kit de tubos Skickingsticks combina su ingenio a la hora de diseñar con su preocupación a la hora de formar o deformar espacios, como arquitectos. El sistema no es solo un juego escultórico. Permite, efectivamente, una división temporal del espacio, más o menos tupida, más o menos larga o alta. No es la primera vez que estos proyectistas indagan en el mundo de la separación que no separa. Su mampara Giraffe era un corcho sobre ruedas que, además de servir de tablón de anuncios, ocultaba una lámpara y una conexión eléctrica para recargar móviles o portátiles al tiempo que recogía el espacio.