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Andreas Schleicher, padre del Informe PISA: “Hoy, un buen profesor debe ser también buen psicólogo, buen trabajador social y buen mentor”

“España es una excepción en el sentido de que no se observa una profesión docente en crisis, como en muchos otros países”, afirma el director de Educación de la OCDE

Andreas Schleicher informe PISA
Ignacio Zafra

Afable, pulcramente vestido, y con su inconfundible mata de pelo blanca como la nieve, el alemán Andreas Schleicher, probablemente la persona más influyente hoy día en el mundo de la educación, se presenta en una de las salas nobles del Ministerio de Educación. Es lunes por la mañana, y en un par de horas presentará en Madrid a la prensa el informe TALIS, uno de los macroestudios ―en este caso, sobre el profesorado―, que publica regularmente la división de educación de la OCDE que dirige. El más conocido, el Informe PISA, que este matemático alemán, de 61 años, ideó a finales de la década de los 90, y sacude regularmente con sus clasificaciones del rendimiento académico de los alumnos los sistemas educativos de más de 80 países.

Pregunta: ¿Cómo ve la educación en España?

Respuesta: Bueno, hoy, con TALIS, miramos la educación a través de los ojos de los docentes, y debo decir que en el caso de España la imagen es muy positiva. La mayoría de los docentes están orgullosos de su trabajo. Están contentos con su trabajo, tienen un sentido de pertenencia con lo que hacen, valoran su relación con los estudiantes… A veces se enfadan con la burocracia excesiva, lo cual es normal. Pero, en general, España es una excepción. En el sentido de que no se observa una profesión docente en crisis, como ocurre en muchos otros países.

P. La reforma educativa en España ha incorporado un enfoque basado en el aprendizaje por competencias, que algunos creen que requiere menos esfuerzo y reduce el nivel del alumnado. ¿Qué opina?

R. En realidad, creo que es al contrario. Memorizar contenidos, algo en lo que los estudiantes españoles solían ser muy buenos, requiere mucho menos esfuerzo que extrapolar lo que sabes y usar tus conocimientos para hacer cosas. Estar sentado en un aula escuchando a un profesor explicar un experimento es muy fácil. Hacer el experimento es realmente difícil. Pero requiere más de los docentes. Exige un buen nivel de colaboración entre el profesorado, en lo que por cierto, los datos de TALIS muestran áreas de mejora en España. Y no limitarse a impartir el currículo. Hoy día, para ser un buen docente no basta con ser un buen instructor. Necesitas ser un buen coach, un diseñador creativo de entornos de aprendizaje innovadores… Un buen indicador del trabajo que queda por hacer en España es el uso de la inteligencia artificial. En el país todavía se ve una gran brecha entre la relevancia de la IA y su incorporación a las prácticas del aula.

P. ¿Va a cambiar la IA la forma de enseñar y aprender?

R. La inteligencia artificial no es un poder mágico. Es simplemente un amplificador increíble, un acelerador impresionante. Amplificará las buenas prácticas docentes. Los profesores que ya están muy empoderados podrán volverse aún mejores con la IA. Por ejemplo, a la hora de analizar lo que los estudiantes están haciendo y apoyarlos bien. Pero también puede tener un efecto negativo si, por ejemplo, los docentes se convierten en esclavos de los planes lectivos generados por IA. Es decir, también puede ser una fuerza desempoderadora. Puede amplificar los sesgos o moderarlos. Por eso me parece importante que los docentes estén en el centro del diseño de estas herramientas. Que la cosa no se limite simplemente a adquirir un software y enviarlo a las escuelas. Los docentes deben ser parte del proceso, diseñadores, en lugar de solo usuarios. Y eso aún no lo vemos en España.

P. España está inmersa en una reforma del profesorado. ¿Qué le aconsejaría?

R. Como decía, España tiene un buen punto de partida. Los docentes, algo poco común en otros países, hablan bien de su salario, y bastante bien de la organización de su trabajo y del entorno laboral. De un lado, creo que la reforma debería impulsar una colaboración profesional profunda. Que los docentes trabajen juntos para estructurar buenas prácticas en el aula, compartir experiencias, participar en investigaciones, y en el diseño de nuevas tecnologías. Y, de otro, aunque la relación alumno-profesor es buena, y España tiene un buen número de docentes por cada 100 estudiantes, debería asegurarse de que los profesores con más talento enseñen en las aulas más complejas. El país no tiene todavía una tradición asentada de apoyo fuera del aula. Me refiero a construir relaciones con las familias, y con los estudiantes, particularmente en los contextos desfavorecidos. De nuevo: los buenos docentes de hoy deben ser también buenos trabajadores sociales, buenos psicólogos, buenos mentores.

P. ¿No es mejor incorporar otros perfiles profesionales a la escuela?

R. Algunos países lo han hecho, han externalizado esas responsabilidades. Han dicho: vosotros, docentes, enseñad, y aparte contrataremos a un trabajador social o a un psicólogo. Y eso no es necesariamente algo positivo. Creo que el docente debe ver al estudiante como una persona, no solo enseñar ciencias, historia o matemáticas. Y eso requiere un cambio de mentalidad en los docentes y una estructura de apoyo a su alrededor, particularmente en las escuelas desfavorecidas. Especialmente en España, donde hemos visto un aumento de la inmigración y del alumnado en situación de desventaja social.

P. ¿Qué aconseja a España: reducir un poco la ratio de alumnos por clase en todo el sistema o bajarla de forma intensa en aquellos centros o aulas con más alumnado vulnerable o con necesidad de apoyo educativo? El país está ahora en ese debate.

R. No creo que España logre mucho, en términos de resultados, con la primera opción. Si vienes de un contexto privilegiado, siempre encontrarás puertas abiertas en tu vida. Alguien te ayudará siempre a dar el siguiente paso. Si vienes de un contexto desfavorecido, en cambio, solo tienes una oportunidad, y es encontrar un buen docente y una buena escuela. Si pierdes ese tren, todo lo demás conspirará en tu contra. Por tanto, creo que el sistema debe encontrar recursos para esos centros y aulas desfavorecidos. El único matiz que haría es que no se trata solo de más recursos. Francia, por ejemplo, ha duplicado los docentes en dichos entornos. Pero eso es solo parte de la respuesta. Otra, quizá más importante, es cómo hacer que los mejores docentes, los más experimentados, estén en las aulas más difíciles. Cómo hacerlo intelectualmente atractivo. Si eres un cirujano, no quieres operar apendicitis cada día, quieres hacer operaciones más desafiantes, y la sociedad te reconoce por ser capaz de hacerlo. En enseñanza no lo hacemos. Consideramos un castigo ir a una clase o escuela difícil, y eso hay que cambiarlo.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.
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