La guerra de la ginjinha: el último conflicto entre la Lisboa histórica y la turística
Los dueños del centenario establecimiento de licor de guindas se enfrentan al grupo hotelero que quiere desalojarlos


En 1890 el emigrante gallego Juan Manuel Lorenzo Silva abrió una minúscula tasca en el número 7 de la rua de Santo Antão en Lisboa para vender licor de guindas. Para diferenciarse de la competencia, donde él había trabajado tras abandonar Fornelos de Montes (Pontevedra), lo bautizó sin falsa modestia: Ginjinha Sem Rival. Desde entonces pasaron algunas cosas en Portugal: cayeron la monarquía de los Braganza, la primera república, la dictadura de Salazar y Marcelo Caetano, por no hablar de las guerras lejanas (las coloniales y la Gran Guerra) donde morían seres cercanos. En medio de toda esas convulsiones históricas, la tienda de ginjinhas siguió despachando tragos fuertes y cortos.
Lo que no ocurrió durante los arrebatos de la historia, puede que ocurra con el proceso de transformación urbana, social y económica que vive la ciudad en las últimas décadas con la explosión turística. La continuidad de la Ginjinha Sem Rival está en el aire y enfrenta a los herederos del emigrante gallego, la tercera generación que sigue fabricando y vendiendo el licor, con la empresa alemana Europe Hotels International, que compró el edificio en 2023, convertido en el aparthotel O Artista, y que quiere convertirlo en un establecimiento de cinco estrellas con 23 habitaciones.
La cadena hotelera considera que el lunes 30 expira el actual contrato de alquiler y que, desde el día siguiente, la Ginjinha Sem Rival ocupará ilegalmente el local. Un portavoz de la empresa, que preside Axel Gassmann, asegura que solicitarán en los tribunales el desahucio de sus inquilinos. “Dentro de los plazos legales se les avisó que no había interés en renovar el contrato de alquiler y le hicimos una propuesta económica. Estábamos dispuestos a comprar la ginjinha que ellos fabrican y a venderla tanto en el local como en el hotel, pero la rechazaron”, señala. El grupo alemán manifiesta su intención de continuar vendiendo el licor de guindas en la diminuta tasca después de restaurarla y se queja de que el actual negocio genera ruidos y basura que molesta a los huéspedes.
El contrato de alquiler, con una vigencia de siete años renovables cada dos, fue realizado en 2014 con el anterior propietario del edificio, que acabaría vendiéndolo a Europe Hotels International. Este contrato sustituyó el de renta antigua que habían mantenido durante décadas los dueños de la Ginjinha Sem Rival, tras una reforma de la ley que liberalizó el mercado de alquiler en Portugal en 2012. “Fuimos la primera víctima de los cambios en el régimen de alquileres que permitía la denuncia del contrato unilateralmente por parte del propietario”, recuerda Nuno Gonçalves, gerente de la Ginjinha Sem Rival. “Pero no somos nosotros los que estamos dentro del hotel, es el hotel el que se creó alrededor de la ginjinha”, defiende.
Lisboa se ha convertido en una golosina para fondos de inversión y extranjeros adinerados que buscan lugares con carisma, perspectivas de negocio y buen tiempo. En el turismo masivo no hay lugar para el comercio tradicional, que desaparece devorado por actividades pensadas para las visitas: restaurantes con menús internacionales, tiendas de recuerdos que hacen más negocio con la venta de permisos de residencia que de imanes, experimentos gastronómicos que combinan bacalao y queso o tiendas que prometen un pastel de nata para tocar el cielo.
La Ginjinha Sem Rival tiene una protección especial hasta 2027 como Loja Com História, un programa de la Cámara Municipal de Lisboa creado en 2016 para realzar el valor de los comercios tradicionales. “Para la Cámara, el establecimiento está protegido, o sea el propietario nunca podrá alterarlo aunque realice obras. Otra cosa es el negocio en sí”, indicó el concejal de Economía e Innovación, Diogo Moura, en abril.
Para atajar resquicios legales que debiliten los negocios, la Cámara Municipal de Lisboa prepara una reforma del reglamento sobre las Lojas Com História. Además, 13 ayuntamientos portugueses han solicitado al Gobierno que modifique la ley para reforzar la protección de las tiendas tradicionales. En marcha hay también otras iniciativas como la propuesta de un centro de estudios jurídico para que el Parlamento debata una reforma legal que permita a los inquilinos solicitar la constitución de la propiedad horizontal en un edificio de forma que tengan derecho preferencial a la compra del espacio comercial que ocupan.
Nuno Gonçalves acusa a la empresa hotelera de pretender mejorar “el mal negocio que hicieron con la compra de un hotel, que tiene una bajísima tasa de ocupación y un restaurante siempre vacío”. Por el contrario, más de un siglo después, la venta de ginjinhas sigue siendo un negocio rentable. Para Gonçalves, no se trata solo de dinero: “Somos parte de la historia de Lisboa, que se está quedando sin identidad y sin alma”.
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