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La pyme que cría insectos en contenedores y los franquicia

Insectius reproduce artrópodos para alimentación animal aprovechando los buenos precios del mercado

Pilar Calleja

Mucho se habla de las bondades de comer insectos por ser una buena fuente de proteínas y vitaminas, e incluso se les ha denominado el alimento del futuro. Pese a esto, de momento, los occidentales se resisten a incorporarlos en su dieta, pero no en la de los animales, a los que su ingesta no solo mejora su bienestar, sino que también ayuda en la producción de carne y derivados. Con esto en mente, Raúl Reyes y Marcos Aguayo crearon Insectius en 2023 y montaron la primera granja piloto de insectos para pienso animal, que en 2024 facturó 200.000 euros, con unas previsiones de alcanzar el medio millón este año. Con 10 empleados en plantilla, han levantado más de un millón de euros en distintas rondas de financiación.

Aunque los números les sonríen, su camino, cuenta Reyes, no fue fácil. Veterinario de formación, contactó con Aguayo para montar una empresa de consultas veterinarias online, “que no funcionó”, lamenta. Pero no hay mal que por bien no venga y, en este contexto, conoció las bondades de la proteína de insecto para alimentación animal y sus beneficios para fortalecer su sistema inmune. “Nos pusimos manos a la obra. Hicimos una web para testear y vender este producto y vimos que, pese a ser más caro que la tradicional harina de pescado (la base del pienso que consumen muchos animales), tenía más tirón por sus beneficios, como la mejora de la supervivencia, un engorde más rápido o el aumento en la puesta de huevos”, explica Reyes. Un negocio redondo en el que murieron de éxito al verse obligados a devolver el dinero por no poder hacer frente a la demanda. “Llevaba 20 años criando insectos para dar de comer a mis animales y tenía la falsa esperanza de que esto no era diferente. Pero un proceso industrial no tiene nada que ver. Tuvimos que empezar de cero”, subraya. Tras un papeleo agobiante donde les pidieron “hasta el número de insectos” que iban a criar, sonríe el cofundador, el primer paso fue averiguar cuál era más rentable. El elegido fue la mosca soldado, que tarda 10 días en crecer, frente al tenebrio, hasta ahora el insecto usado en este mercado que tiene un desarrollo más largo. “Así, podíamos vender antes y a mejor coste”.

Montaron su primera granja en una nave industrial de 160 metros. Tampoco funcionó por las necesidades de climatización. ¿La solución? Comprar antiguos contenedores marítimos y adaptarlos. Una tarea que también han asumido ya que, como cuenta Reyes, nadie sabe hacerlo.

Ante el crecimiento de la demanda pensaron que era buena idea franquiciar el modelo. “Les vendemos el contenedor ya equipado y les garantizamos la recompra del producto durante 24 meses prorrogables”. El único requisito es tener acceso a comida barata en formato subproducto (restos de verduras o frutas que se transforman en puré) a no más de 200 kilómetros. “Es fácil encontrarlo en fábricas de zumos o grandes supermercados, que necesitan librarse del problema del desperdicio de alimentos”.

Cada contenedor produce al mes entre 1,5 y 1,6 toneladas que se venden a unos 2.500 euros la tonelada. Un precio que, apunta Reyes, está en su máximo porque si no, no sería competitivo con el del pienso tradicional de harina de pescado. De momento cuentan con dos granjas propias en Vilafranca del Penedés y cuatro franquiciadas.

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