México ante un dilema comercial
El país debe evitar caer en un proteccionismo que termine dañando a sus consumidores y limitando su competitividad
La política arancelaria implementada por Estados Unidos en 2025 revive el proteccionismo, pero las vacilantes posiciones comerciales de la Administración de Donald Trump han generado incertidumbre. Particularmente en el caso de México. Sin embargo, al analizar las cifras a mitad de año, los resultados de esta política han sido inesperados. El país registra el arancel promedio ponderado más bajo entre los principales exportadores hacia EE UU, apenas el 8,3% en junio. La mejor posición relativa es trascendental, por lo que México se mantiene como el principal socio comercial de EE UU. Además, las exportaciones mexicanas a este país aumentaron un 4,9%, acumulando 261.000 millones de dólares. Aunque el efecto más sorprendente es probablemente la innovadora respuesta del Gobierno mexicano.
Por supuesto, la errática política comercial estadounidense tiene efectos negativos. La incertidumbre ha llevado a que la inversión extranjera directa en el sector automotriz mexicano cayera un 14,2%. Asimismo, la exportación de vehículos ligeros a EE UU disminuyó un 2,9% en volumen y un 5,6% en valor, pese a la mitigación del arancel para unidades con contenido estadounidense que cumplan reglas de origen T-MEC. El portafolio exportador mexicano se centra en la manufactura, el 90% del total. Geográficamente, la concentración también es alta, el 83,3% de las exportaciones mexicanas se dirigieron a EE UU. Más aún, la industria automotriz —motor de la economía mexicana— es aquella que más se comercializa internacionalmente, y que al mismo tiempo, genera exportaciones de otras industrias debido a la integración de las redes de suministro. Por lo que, cualquier tipo de barrera comercial tiene un efecto de red en México y en EE UU.
Aunque la contingencia sanitaria de la covid-19 concluyó oficialmente en 2021, los “contagios” ahora son comerciales. El 9 de septiembre de 2025, México anunció aranceles de hasta 50% a importaciones originarias de países sin tratado de libre comercio —entre ellos China, Brasil e India— para “blindar” la industria nacional y reducir el desequilibrio comercial con Asia. Se trata de una señal positiva: México reconoce, como no podría ser de otro modo, que su futuro está en Norteamérica. Estos aranceles deben ayudar en la negociación con Trump. Sin embargo, argumentar que buscan corregir desequilibrios o proteger la industria nacional reproduce los mismos razonamientos que Trump utiliza para justificar sus medidas contra México y el mundo. Lo que debería hacerse es documentar las prácticas desleales como el dumping o las violaciones a la propiedad intelectual. Además, cuidar que los aranceles a productos intermedios no afecten a la competitividad de la manufactura mexicana.
México debe trabajar de la mano con EE UU para establecer aranceles cuando existan prácticas desleales o amenazas reales a la seguridad. Pero debe evitar caer en un proteccionismo que termine dañando a sus consumidores y limitando su competitividad.
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