La inteligencia artificial y nuestro futuro económico
En un mundo cambiante y lleno de desafíos geopolíticos, Europa debe aprender a innovar con confianza

La inteligencia artificial (IA) ya está aquí, no como una posibilidad futura, sino como una fuerza económica del presente. Pero no todos se benefician por igual. Aunque su potencial a largo plazo para el crecimiento y la productividad es ampliamente reconocido, el camino hacia adelante probablemente será desigual, marcado por disrupciones a corto plazo, una creciente brecha digital y una marcada divergencia en los resultados entre quienes se adaptan y quienes se quedan atrás.
Así como los trabajadores cualificados aprovechan la ola de la IA para aumentar su productividad e ingresos, los trabajadores con menos habilidades corren un riesgo real de quedarse rezagados. Esto también es una realidad para muchos jóvenes con habilidades generales que recién comienzan sus carreras. Eso significa que la escalera hacia el mercado laboral se está desmantelando justo cuando llega una nueva generación. Comencemos a nivel individual. Los beneficios de la IA no se distribuirán de manera equitativa. Al igual que en revoluciones tecnológicas anteriores, aquellos con las habilidades adecuadas serán los que más se beneficien.
Una tendencia que ya estamos viendo es la necesidad de personas que puedan aplicar juicio humano y pensamiento crítico a los resultados generados por la IA. Pero para ofrecer ese juicio son necesarias las hard skills o habilidades técnicas. Las herramientas de IA aumentan la productividad de los profesionales capacitados, permitiéndoles lograr más en menos tiempo. Mientras tanto, los trabajadores con menos habilidades desempeñan funciones cada vez más susceptibles a la automatización. Esto crea una nueva forma de brecha digital, no solo entre quienes tienen acceso a internet y quienes no, sino entre quienes pueden utilizar la IA de manera efectiva y quienes no. Y por uso efectivo nos referimos a emplearla para ampliar el conocimiento propio mediante la curiosidad y el propósito. Con el tiempo, esta brecha puede traducirse en desigualdades más amplias de ingresos y oportunidades, a menos que se aborde mediante reformas educativas y programas de recualificación.
Lo que es cierto para los individuos también lo es para los países. Las naciones con laboratorios de IA de vanguardia, abundante capital y ecosistemas de innovación consolidados, como EE UU y China, están avanzando rápidamente. Otras corren el riesgo de quedarse atrapadas en el lado equivocado de una nueva brecha digital.
Si buscamos oportunidades de inversión relacionadas con la IA, vemos que hay pocas formas de participar en la etapa inicial de la cadena de valor. Están empresas como Nvidia, algunos centros de datos y un selecto grupo de empresas tecnológicas. OpenAI aún es privada. Y casi todas las demás empresas son más usuarias que creadoras de capacidades de IA. Los países sin infraestructura digital suficiente, sin canales de formación de talento o sin capacidad de inversión corren el riesgo de convertirse en consumidores de IA en lugar de productores.
Si la IA amplifica las capacidades de los individuos capacitados, también recompensará las fortalezas estructurales de las economías. La UE, y España en particular, posee muchos de los activos adecuados. Europa lidera a escala mundial en automatización industrial, energía renovable, sistemas de salud, turismo e infraestructura regulatoria. Estos no solo son sectores vitales, sino también ámbitos en los que la IA puede integrarse de manera responsable y a gran escala.
Pero si la UE cuenta con las capacidades, su principal obstáculo radica en la cultura. Una preferencia arraigada por la estabilidad frente a la disrupción, mercados de capital fragmentados y una lenta adopción por parte del sector público han hecho que Europa sea fuerte en regulación, pero más lenta en escalar la innovación. Sin embargo, el cambio ya está en marcha. La UE está replanteando la necesidad de soberanía tecnológica, seguridad y nuevas cadenas de suministro. Y ya sabe cómo regular de forma responsable. Ahora, en un mundo cambiante dominado por la IA y los desafíos geopolíticos, también debe aprender a innovar con confianza. La oportunidad es real, las bases son sólidas y el momento es ahora.
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