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Mercados financieros
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El nuevo desorden económico global

La hegemonía de EE UU pierde fuerza y los inversores buscan nuevas oportunidades, especialmente en Europa y Asia

NEGOCIOS 29/06/2025 LAB 02

La economía global está atravesando una fase crítica de reconfiguración, marcada por tensiones geopolíticas, desequilibrios estructurales persistentes y un aumento significativo de los riesgos financieros. La reciente crisis entre Irán, Israel y Estados Unidos parece haberse resuelto rápidamente y, si fuera así, no tendría mayor impacto en los mercados. La incertidumbre política y comercial, junto con altos niveles de deuda y menor espacio fiscal, incrementan los riesgos para la economía global. El Banco Mundial proyecta una desaceleración del crecimiento económico mundial al 2,3% en 2025, el nivel más bajo desde 2008 (exceptuando las recesiones de 2009 y 2020). Para 2026 y 2027, se anticipa una ligera recuperación hasta un 2,5 %, aún por debajo del promedio prepandémico del 3,1%.

En la actualidad, la combinación de una potencia como Estados Unidos impredecible y proteccionista, junto con una China que mantiene políticas mercantilistas agresivas, ha dejado al mundo sin una potencia capaz de actuar como “equilibrador de última instancia”. La cooperación multilateral se debilita mientras cada potencia busca optimizar su posición relativa, aunque eso signifique socavar la estabilidad colectiva.

Las sanciones financieras, la hostilidad diplomática hacia aliados y el anuncio de las subidas arancelarias, han deteriorado la confianza global en el dólar como moneda de reserva. Paradójicamente, Donald Trump teme perder el estatus del dólar, mientras toma acciones que justamente lo amenazan y se comienzan a plantear otras opciones.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, señalaba el pasado 26 de mayo que el cambio en el entorno es una oportunidad para reforzar el rol del euro como moneda de referencia. Sin embargo, el dólar estadounidense sigue siendo la principal moneda de reserva mundial en el cuarto trimestre de 2024, con una participación del 57,8%, seguido por el euro con un 19,8% y, aunque el renminbi ha ganado terreno en el comercio y los pagos internacionales, su papel como moneda de reserva global sigue siendo limitado, representando el 2,18% de las reservas globales de divisas asignadas a dicha fecha.

La caída del crecimiento en EE UU desde un 2,4% en diciembre de 2024, al -0,2% en el primer trimestre de 2025, es significativa, aunque es un dato atípico que se explica por el aumento de las importaciones ante una subida de los aranceles, lo que ha supuesto un incremento de los inventarios que se corregirá en los próximos meses. En un entorno más proteccionista, si se aplican por defecto unos aranceles universales del 10%, teniendo en cuenta que en 2024 los aranceles medios publicados eran del 2,2%, estaríamos con los aranceles más altos desde la gran depresión de EE UU de 1929.

Además, si EE UU quiere acabar con su déficit comercial, tendría que reducir su déficit público, que alcanzó un 7,26% sobre el PIB en 2024, o actuar sobre el déficit en el sector privado y, para ello, tendría que reducir la inversión privada o aumentar el ahorro privado, lo que produciría una ralentización del consumo, afectando al crecimiento.

Otro tema relevante, es la famosa reforma fiscal de Trump, de la que los mercados temen su impacto en el déficit público. La propia oficina de presupuestos ha emitido un informe donde expresa que, como resultado de la puesta en marcha de esta reforma fiscal, el déficit público se incrementaría entre 3,8 y 5 trillones de dólares americanos la próxima década, lo que agravaría el problema.

La situación actual ha llevado a que Moody’s, que mantenía la mejor calificación a la deuda americana, rebaje su calificación de riesgo en mayo del 2025, algo que ya habían hecho las otras principales agencias. Por todo ello, los mercados han elevado los tipos de interés a largo plazo del dólar, llevando el bono a 10 años por encima del 4,3% y el de 30 años por encima del 4,8% en la última semana. Desde el punto de vista de la inversión exterior, el temor a que los precios de los bonos caigan se une a la desconfianza en el dólar que podría depreciarse aún más.

Como consecuencia, la hegemonía económica de Estados Unidos está perdiendo fuerza, los mercados financieros lo están reflejando, los inversores están comenzando a buscar oportunidades fuera de EE UU, especialmente en Europa y Asia, que se perfilan como nuevos motores del crecimiento global. El deterioro fiscal y el estancamiento político continúan generando preocupación entre los inversores y podrían incrementar ligeramente los costes de financiación.

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