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Bruselas lanza un plan para impulsar la alta velocidad ferroviaria entre las grandes capitales europeas con billetes asequibles

La Comisión plantea un incremento de la competencia entre operadores para reducir los precios

Manuel V. Gómez

Es imposible que Europa −y el mundo entero− alcancen ningún objetivo de reducción de emisiones sin que esto pase por el transporte. Y en este campo, el medio que menos contamina es el ferrocarril. En ese marco, la Comisión Europea ha presentado este miércoles un plan para impulsar el uso del tren en un aspecto muy concreto: la conexión por alta velocidad entre las grandes capitales europeas. Si ir de Berlín a Copenhague cuesta ahora siete horas, el objetivo del Ejecutivo europeo es que quede en cuatro; pasar de casi 14 horas a seis es la meta entre Atenas y Sofía. Todo ello a un precio “asequible”.

Uno de los puntos que el ex primer ministro italiano Enrico Letta destacaba en su informe sobre el mercado único y cómo profundizar en él era la falta de una red ferroviaria paneuropea que uniera las grandes capitales con tiempos y precios razonables para poder ser competitivos frente a otros medios de transporte como el avión o el automóvil. Con este objetivo, la Comisión ha lanzado una comunicación con varias recomendaciones a los Estados para que impulsen la alta velocidad y, al mismo tiempo, reduzcan emisiones contaminantes, puesto que el tren es el transporte que menos carbono emite. Según los números de 2022, mientras los medios por carretera copaban el 73,2% de las emisiones y los aviones el 14,2%, el ferrocarril solo fue responsable del 0,3%. El resto le corresponde al transporte marítimo.

Bruselas ya lleva años embarcada en el objetivo de impulsar el uso del ferrocarril. En 2021 lanzó un plan para duplicar la alta velocidad europea en 2030 y triplicarla en 2050. Ahora el impulso que plantea Bruselas debe trabajar en varias líneas de actuación: eliminar los cuellos de botella que hay en las fronteras, crear una estrategia de financiación para las inversiones necesarias, mejorar la regulación o aumentar la competencia para que haya billetes más asequibles. Este último punto puede parecer sacado del manual teórico del buen funcionamiento de los mercados, pero pone un ejemplo que en España se puede entender fácilmente. Señala la Comisión en uno de sus documentos que “en España y en Italia el aumento de la competencia ha provocado rebaja de precios y crecimiento del número de pasajeros”, algo que se puede comprobar con facilidad en los trayectos entre Madrid y Valencia o Madrid y Barcelona.

Para la rebaja de precios, la Comisión no fija ningún objetivo. Sí que lo hace en cambio para los tiempos. A los ya dichos señala, por ejemplo, que de Berlín a Viena se puede pasar de las ocho horas actuales a 4,5 o que las 9,5 que se tarda en llegar de Madrid a París se queden en seis. En el mapa dibujado también se puede ver el viejo objetivo de que haya una línea de alta velocidad entre Madrid y Lisboa que una las dos capitales ibéricas en tres horas.

Esto, como demuestra precisamente ese proyecto que ni siquiera está empezado, precisa dinero. ¿Cuánto? “Requiere una importante inversión a largo plazo”, advierten los técnicos de la UE. “Se estima que finalizar la red de alta velocidad TEN-T prevista para 2040 costará alrededor de 345.000 millones de euros”, empiezan diciendo sobre una red, no solo ferroviaria, de altas prestaciones. Pero continúa cuando apunta que “una red más ambiciosa que funcione a velocidades muy altas (muy por encima de los 250 km/h) podría costar hasta 546.000 millones de euros para 2050″.

Esas ingentes cantidades de dinero, en una Europa ya muy endeudada y con grandes necesidades en otros capítulos de gasto público (envejecimiento, defensa), llevan a la Comisión a advertir de que “la financiación pública por sí sola no será suficiente para satisfacer las importantes necesidades de inversión”.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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