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La descarbonización de la vivienda no arranca: reformar el baño y la cocina antes que el sistema eléctrico

Pese a que seis de cada diez casas lo necesitan por su envejecimiento y a que existen ayudas, las decisiones estéticas siguen primando en lugar de las energéticas

Gorka R. Pérez

Ocho de cada diez viviendas que se compran en España son de segunda mano. De ahí que, en una gran mayoría de los casos, los compradores decidan retocar alguna o todas las estancias de su nuevo hogar para ponerlas a su gusto, o actualizarlas por el desgaste del paso del tiempo. En la mente de los nuevos propietarios, sin embargo, no suele estar la idea de renovar la instalación eléctrica, o de revisar el resto de consumos del inmueble. Solo uno de cada diez lo asume como prioritario, y eso que seis de cada diez viviendas lo necesitan.

Estos datos evidencian un desacople que es, según recoge el informe La descarbonización del sector residencial en España: el papel de la instalación eléctrica en la vivienda. La visión de los expertos en rehabilitación, elaborado por el Observatorio de la Rehabilitación Eléctrica de la Vivienda en España (OREVE), con la colaboración del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE), una de las razones por las que el país avanza con mucho retraso en su proceso de descarbonización, poniendo en riesgo los compromisos que ha adquirido para horizontes tan cercanos como 2030, cuando deberá acreditar una mejora del 43% en eficiencia energética.

“Confirmamos que existe una divergencia entre la realidad técnica de las viviendas y la percepción que tienen los usuarios”, ha reconocido durante la presentación del informe Juan López-Asiain, director del Gabinete Técnico del CGATE. “Y las tripas de las viviendas son relevantes para nuestro confort y habitabilidad”, ha añadido. En su segundo volumen, tras haberse publicado por primera vez el año pasado, el estudio ha pulsado la opinión no solo de aquellos nuevos propietarios, sino también de los distintos arquitectos técnicos que han participado en las rehabilitaciones. Y la primera de las conclusiones que arroja el texto es que solo uno de cada diez compradores era consciente en el momento de la adquisición del estado de conservación del inmueble y de sus instalaciones.

“Sabemos más de una batidora que compramos por Amazon que de nuestra vivienda”, ha indicado López-Asiain, como denuncia por el hecho de que, pese a que la Ley de Vivienda recoge el derecho de los propietarios a conocer todos los detalles de su vivienda, en la práctica, en el momento de la compraventa no existe la obligatoriedad (como en otros países como Francia) de ofrecer esta información. Sobre la base de este desconocimiento se fundamenta el hecho de que en la mayor parte de las reformas resulte prioritario para los compradores acondicionar espacios como los baños (33%) o la cocina (25%), que centrarse en el aislamiento de las paredes (14%) o en la actualización de la instalación eléctrica (13%).

“La mayor parte de las rehabilitaciones tiene que ver con la estética. Y es normal que todos queramos estar en una casa confortable y agradable. Pero esa comodidad no la dan unos azulejos bonitos, sino los aislamientos”, ha subrayado López-Asiain. En esta línea, el informe recalca que “las mejoras energéticas del inmueble, alineadas con los planes de rehabilitación promovidos por la UE y las administraciones públicas, con unos ambiciosos objetivos de descarbonización, a excepción de la mejora de los cierres exteriores y la mejora de la carpintería, no tienen el protagonismo necesario para acompañar el impulso público a la rehabilitación con este objetivo”.

De acuerdo con el texto, renovar la instalación eléctrica de una vivienda suele representar un 10% y un 11% del presupuesto total de la reforma integral. Sin embargo, teniendo en cuenta que el desvío medio de los presupuestos suele situarse en el 15%, este gasto se percibe tradicionalmente como un sobrecoste inasumible para muchos propietarios. “Son necesarias campañas de sensibilización, cambios normativos, y más presencia de la instalación eléctrica en la comunicación pública para romper esta invisibilidad que está actuando como un freno”, ha analizado Óscar Querol, director general de AFME y portavoz de OREVE.

Uno de los gráficos más elocuentes del informe es el que deja en evidencia la falta de sintonía entre los propietarios y los arquitectos técnicos a la hora de establecer las necesidades reales de la reforma de las viviendas: en un 33% de los casos, las demandas que hacen los propietarios a los técnicos están muy alejadas de las actuaciones que serían necesarias en el inmueble, según sus criterios profesionales, y solo en 15% de los casos las peticiones de los propietarios coinciden con las necesidades objetivas del inmueble.

Además de esta falta de sintonía, uno de los problemas principales para llevar a cabo no solo una rehabilitación en condiciones, sino que además vaya en sintonía con los objetivos de descarbonización, está en la dificultad que tanto técnicos como usuarios finales reconocen en la solitud de las ayudas para llevarlas a cabo. Según los profesionales consultados, un 76,6% considera que el exceso de burocracia y su lentitud son la principal causa para obviar estas ayudas.

Otra de las causas más apuntadas (un 38,6%) es la necesidad de avanzar el importe y la tardanza e incertidumbre en el cobro de la subvención. Al tiempo que un 33% de las respuestas apuntan a que supone mucho esfuerzo y poco beneficio, a la que se podría sumar un 11,7% que considera que hay pocos fondos disponibles. Las bases confusas y complejas suponen un 26% de las renuncias.

Calidad de vida

Para salir de este bucle, y caminar en línea con los objetivos que se recogen, por ejemplo, en el Plan Nacional de Renovación de Edificios (PNRE 2026) ―que establece que para 2030 se deberá lograr una reducción del uso medio de la energía primaria del 16% en edificios residenciales―, el informe reclama la simplificación y agilización de las ayudas a la rehabilitación, la incorporación de información técnica obligatoria en la compraventa y el alquiler de vivienda; implantar inspecciones periódicas de las instalaciones eléctricas; destinar al menos un 10% de las ayudas de rehabilitación a la actualización eléctrica; y llevar a cabo campañas de sensibilización ciudadana.

“A medida que vayamos haciéndonos mayores iremos pasando cada vez más tiempo dentro de nuestra casa. Y muchas de las decisiones que tomemos en su adecuación tendrán que ver no solo con nuestra calidad de vida en el futuro, sino con nuestra esperanza de vida”, ha remachado López-Asiain.

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Sobre la firma

Gorka R. Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
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