El fracaso del BBVA reabre el mapa bancario español
La entidad vasca afronta el reto de crecer en España de forma orgánica, mientras se cuestiona la capacidad del Sabadell de mantener en solitario el ritmo actual de beneficios y dividendos

“No es lo que se compra, sino lo que se paga. Una gran empresa a un precio exorbitante es una mala inversión, pero una empresa mediocre comprada a precio de ganga puede ser una gran inversión”, dice una frase célebre de Howard Marks, veterano inversor y copresidente del fondo Oaktree Capital. Esa lógica ha impregnado la opa hostil del BBVA sobre el Sabadell. La entidad vasca evitó tirar la casa por la ventana, y lanzó una oferta ajustada que no ha convencido a suficientes accionistas de vender sus títulos. La unión no llegará a consumarse.
El fracaso de la operación devuelve las fichas a la casilla de salida. Pero a simple vista no supone un revés para un sistema financiero, el español, que lleva un lustro de bonanza ininterrumpida. Y que está acelerando en 2025: los seis grandes bancos del Ibex 35 ganaron en el primer semestre del año 17.086 millones de euros, un 11,8% más, batiendo nuevos récords, y empujando las cotizaciones del sector al alza entre un 60% y un 90% arriba. Ese auge es precisamente uno de los mayores obstáculos para cualquier movimiento corporativo: ¿por qué querría un banco al que le va bien integrarse en otro sin oponer una resistencia férrea?
“España tiene uno de los sectores financieros más solventes y competitivos de la zona euro. Está contribuyendo de manera muy positiva a las cifras de crecimiento con su labor de provisión de crédito a la economía”, remarcaba este viernes desde Estados Unidos el ministro de Economía, Carlos Cuerpo.
El enlace fallido tampoco se presenta como un traspié para los clientes, más bien al contrario. “Aun sin el éxito de la opa, el sector bancario sigue sensiblemente concentrado ya. Las cinco primeras entidades [CaixaBank, Santander, BBVA, Sabadell y Bankinter] acumulan cerca del 70% de cuota de mercado, claramente por encima de Alemania, Francia e Italia”, explica Leopoldo Torralba, economista de Arcano Economic Research.
En Europa, aunque fuera de la zona euro, hay casos flagrantes de concentración como el de Suiza, pero casi por obligación: la amenaza de quiebra de Credit Suisse empujó a UBS a absorber a su principal rival de forma precipitada en 2023, quedando como la única gran entidad financiera del país helvético, donde convive con bancos cantonales.
Con España encaminándose a los 50 millones de habitantes a finales de 2026, el empleo batiendo récords, y la compra de viviendas regresando a números que no se veían desde la burbuja inmobiliaria, parece justificado el sentido comercial del interés del BBVA por aumentar su exposición doméstica en la gran economía avanzada que más crece, la española. Una forma de incrementar a golpe de talonario su parte del pastel en esas nuevas nóminas e hipotecas eliminando a un competidor directo.
La resolución adversa de la opa, sin embargo, deja al BBVA en la misma situación en la que estaba hace año y medio. Mantiene su alta dependencia de los mercados emergentes, México y Turquía, más inestables y vinculados a los vaivenes de la divisa. El caso más palmario es el mexicano, el principal mercado del BBVA, en el foco de los inversores por la guerra comercial. Más aún después de que en 2020, justo antes de intentarlo por primera vez con el Sabadell, vendiesen su negocio en EE UU sin haber dedicado ese dinero (9.700 millones de euros) a una estrategia clara de crecimiento por medio de compras.
El banco vasco ha fracasado en su abordaje para superar al Santander y colocarse como el segundo banco del mercado español, ahora liderado por CaixaBank. Los de Ana Botín se quedaron con el Popular por un euro en 2017 y los catalanes absorbieron Bankia en 2020. El BBVA ha fallado por segunda vez en hacer su operación en España y además se queda con pocas opciones. Podría intentarlo con un acuerdo con alguna de las antiguas cajas (como Unicaja, Abanca o Ibercaja), pero todas ellas cuentan con accionistas de control que exigen un acuerdo amistoso con la cúpula, lo que lo vuelve prácticamente imposible.
Otra opción sería lanzarse a por una adquisición en otro país europeo. El mercado le da pocas probabilidades, dado que el hecho de que no se haya completado la unión bancaria europea complica las fusiones transfronterizas. Marco Troiano, director del equipo de instituciones financieras de Scope Ratings, cree que este tipo de fusiones también tienen menos sentido económico, porque los ahorros son menores. “Las sinergias de costes e ingresos suelen ser mayores en las operaciones nacionales, debido al solapamiento de franquicias y operaciones”.
Para el BBVA, la salida intermedia, mucho más lenta y complicada, sería invertir para crecer en España de forma orgánica. Esta sería la vía menos conflictiva: una de las lecciones de la opa fallida ha sido el rechazo social, sindical y político a que las entidades de mayor tamaño se hagan todavía más grandes si eso supone reducir la competencia. La soledad del BBVA en la defensa de los beneficios de la operación así lo atestigua.
El Sabadell, en tierra de nadie
Por el lado del Sabadell, también debe resolver las dudas del mercado. Se queda independiente, pero en tierra de nadie, como cuarto banco español, pero a una gran distancia de los tres grandes (CaixaBank, Santander y BBVA) y también de las entidades medianas. Su posición competitiva es complicada. No tiene el músculo de los grandes, ha reducido su perímetro tras la venta de su filial británica TSB, que durante años fue su gran apuesta internacional, y se enfrenta a importantes barreras de entrada para lanzarse a las zonas donde son fuertes las antiguas cajas.
El mercado lleva tiempo barruntando la posibilidad de que el Sabadell absorba alguna entidad más pequeña. Ya unos meses antes de la opa, se especuló con una unión con Unicaja, que no llegó a buen puerto. Y durante los meses en los que transcurrió la oferta, el presidente, Josep Oliu, y el consejero delegado, César González-Bueno, exploraron una operación con Abanca. Tampoco consiguió cerrarse, entre otras cuestiones, por el reparto de poder con el presidente del banco gallego, el magnate venezolano Juan Carlos Escotet.
La presión del mercado para que el Sabadell descorche de nuevo las operaciones bancarias en España va en aumento. Ya el día después de conocerse el resultado de la oferta, muchos cuestionaban su capacidad para mantener el ritmo de resultados y de pagos a los accionistas que han exhibido en este año y medio. Consideran que han quemado muchas naves y apretado en las oficinas para disparar el negocio, pero cuestionan que pueda ser sostenible en el tiempo. Los accionistas que han apoyado y rechazado la opa también les exigirán resultados.
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