Albuquerque: “Si el ahorrador europeo no invierte en la UE, es porque no encuentra oportunidades atractivas”
La comisaria de Servicios Financieros defiende que para estimular la rentabilidad del mercado de la UE hay que mejorar su eficiencia e incentivar el ahorro a largo plazo


A Maria Luís Albuquerque (58 años, Braga) le corresponde una tarea muy difícil como comisaria de Servicios Financieros de la UE: impulsar la unión bancaria y la del mercado de capitales. Ambas llevan varadas más de una década en las instituciones de la UE. Los informes de los ex primeros ministros italianos, Enrico Letta y Mario Draghi, señalaron a ambas como elementos capitales para revitalizar la economía europea, para despertar la inversión empresarial, para impulsar iniciativas tecnológicas o energéticas. Pero la resistencia de los Estados miembros a dar pasos en esta dirección es grande: se ve en las oposiciones a las fusiones bancarias (especialmente las transfronterizas) o en el rechazo a centralizar algo más la supervisión de los mercados bursátiles.
“No estamos moviéndonos lo suficientemente rápido, estoy de acuerdo”, concede esta exministra de Finanzas de Portugal cuando se le pregunta si la voz de alarma que dio Draghi hace unos días por la falta de ambición en los pasos que daba la UE a la hora de aplicar sus recetas para estimular a la economía. Pero pronto empieza a defenderse: “La Comisión ya ha presentado muchas propuestas, pero solo son propuestas”, señala en una conversación con varios medios europeos, entre ellos EL PAÍS. A continuación pide a los colegisladores que avancen para aprobar sus iniciativas: “Ahora necesitamos que el Parlamento Europeo y el Consejo se impliquen. Necesitamos que los Estados miembros sigan las recomendaciones. Hay límites a lo que podemos hacer”.
Cuando Albuquerque, también profesora universitaria y directora no ejecutiva del gran banco de inversión estadounidense Morgan Stanley, habla de “recomendaciones”, se refiere a la última iniciativa aprobada por el Colegio de Comisarios. Este martes ha dado luz verde a varios documentos con recomendaciones para impulsar el ahorro a largo plazo entre los europeos con vehículos financieros que cuenten con incentivos fiscales, comisiones más bajas de las entidades, penalizaciones menores si el consumidor cambia de gestor. En definitiva, un abanico de consejos —no un texto legislativo, como sería una directiva o un reglamento— que lleve ahorros de los depósitos bancarios tradicionales a productos financieros un poco más arriesgados, pero sin llegar a niveles elevados. “[Los europeos] mantienen un parte muy grande [de sus ahorros] en depósito con el rendimiento muy bajo o, cuando hay inflación, incluso negativo en términos reales. Queremos darles la oportunidad de poner a trabajar ese dinero”, explica.
Para dar con ese objetivo, Albuquerque cuenta que se han fijado en ejemplos que ya están funcionando bien, tanto en algunos países de la UE como fuera. “Los casos exitosos cuentas con incentivos fiscales y eso es aplicable. Por ejemplo, se hace en Suecia y también en Japón”, apunta. “Se puede comprobar que funciona en diferentes geografías con diferentes poblaciones, por eso tiendo a creer que funcionará con todo el mundo”, confía. “En Japón estuve hace un par de semanas y se inspiran más en el modelo británico. Lo introdujeron en 2014 y no tuvo especial éxito. Lo revisaron en 2024 dando incentivos fiscales más generosos y permitiendo que las inversiones en fondos y acciones no tuvieran restricciones geográficas. En un año, la aceptación ha crecido un 70%”, describe.
Este ejemplo le sirve para justificar que en su abanico de consejos no hayan incluido la recomendación de vincular los incentivos a que las inversiones de estas cuentas se hagan en la UE, algo que sí han acogido países como España, Francia, Alemania, Portugal, Países Bajos, Estonia y Luxemburgo, que han establecido un nivel del 70%. También plantean un tiempo mínimo de inversión de cinco años y una preferencia por la Bolsa. Buscan evitar la fuga de ahorros hacia Estados Unidos en busca de rentabilidad: “En primer lugar, debemos comprender por qué el dinero se dirige a Estados Unidos. Allí hay un mercado eficiente y hay rentabilidad. Si creamos un mercado eficiente aquí y ofrecemos rentabilidad en Europa, existe un sesgo natural hacia la [inversión] doméstica. La gente suele preferir la inversión en lo que mejor conoce, en lo que está más cerca de ella. Si no invierten aquí, es porque no encuentran oportunidades atractivas aquí”. Así que se trata de desarrollar el mercado de capitales, “hacerlo más líquido”.
Defiende Albuquerque que no se trata solo de una medida, que “se trata de conectar los puntos” con más iniciativas que logren darle más atractivos a los mercados europeos de renta fija y variable, en definitiva, de hacerlos más rentables. “Se trata de dar a las personas la oportunidad de invertir. Lo que hemos visto al examinar las mejores prácticas es que la ausencia de restricciones geográficas y la existencia de incentivos fiscales interesantes conducen realmente a buenos resultados. Y esos buenos resultados se traducen en más oportunidades para las personas, mayores rendimientos a largo plazo, pero también en un mayor desarrollo de los mercados de capitales”. También se trata, pues, de defender al consumidor/inversor, no solo de utilizar su ahorro sin importar la rentabilidad.
“Es lo que nos demuestra la evidencia de los casos más exitosos”, apunta, echando mano de un argot de profesor universitario de economía. Y vuelve a aparecer Suecia. En el país nórdico, no hay criterios geográficos y sí un vehículo de inversión exitoso que muestra que “la gente tiende a invertir en lo que mejor conoce y en lo que está más cerca de ella”. “También es bueno cierto grado de diversificación geográfica, porque la diversificación es una forma de gestionar el riesgo”, añade.
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