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Powell corrige en público a Trump por mentir sobre el coste de la reforma de la Reserva Federal durante una visita a las obras

El presidente estadounidense, que tiene al del banco central en el punto de mira por la desviación presupuestaria, dice que fue un “gran honor” hacer el tour y vuelve a pedir una bajada de tipos

Donald Trump y Jerome Powell, este jueves en las obras de renovación de la Reserva Federal en Washington.Foto: Julia Demaree (AP) | Vídeo: AP
Iker Seisdedos

Tras meses con los guantes de boxeo (figurados) puestos, Donald Trump se plantó (literalmente) el casco de obra para visitar los trabajos de renovación de los dos edificios casi centenarios que sirven de sede a la Reserva Federal (Fed) en Washington. En otra vuelta de tuerca de la despiadada campaña de acoso del presidente estadounidense contra el de la Fed, Jerome Powell, para lograr que este baje los tipos de interés a golpe de amenazas e insultos a diario, Trump ha encontrado en el sobrecoste de 600 millones de dólares ocasionado por esa remodelación el último argumento para presionar a Powell, a quien la Casa Blanca ha puesto bajo la sospecha de malversación.

Así piensan influir en sus decisiones sobre el precio del dinero o, llegado el caso, aún improbable, echarlo antes de que expire su mandato en mayo de 2026. También, de paso, tratan de desviar la atención sobre el escándalo del mes en Washington: el manejo de la Administración de Trump del caso Epstein, una tormenta que no amaina.

Powell guio la visita de Trump y sus aliados, entre los que había un par de senadores, y luego atendieron juntos a la prensa en un momento extraordinariamente incómodo. El presidente de Estados Unidos dijo que la reforma había costado 3.100 millones de dólares. Como suele ser costumbre con él, no había demasiada explicación para la cifra que aportó. En los últimos días, desde la propia Casa Blanca se había hablado de un coste de 2.500 millones; esta semana, el monto ya había ascendido milagrosamente en boca del presidente estadounidense a 2.700 millones.

A su lado, el presidente de la Fed, que se ha convertido en uno de los pocos símbolos de resistencia en Washington frente al mandatario republicano, negaba con la cabeza, y pidió a Trump explicaciones de dónde habían salido esos 3.100 millones. Este le pasó un papel, y Powell lo sacó de su error: ahí estaba incluido el coste de la remodelación de un tercer edificio “que se terminó hace cinco años”. “Da igual”, dijo, Trump, “en cualquier caso es mucho dinero. ¿Tienes previsto gastar más?”. “No, no lo creo”, contestó el funcionario, nombrado su durante su primer mandato por la misma persona que ahora está deseando perderlo de vista.

Después de la visita de obra, y de que Trump volviera a pedirle a Powell que bajara los tipos, petición que acompañó de una palmada en la espalda, aquel escribió un mensaje en su red social, Truth, cuyo tono conciliador sorprendió por su contención y dio que pensar si con él no funcionará mejor llevarle la contraria después de todo. “Fue un gran honor recorrer la remodelación (¡y parte de la nueva construcción!) (...) con (...) Powell, el senador Tim Scott y otros. Aún queda un largo camino por recorrer; habría sido mucho mejor si nunca se hubiera empezado, pero es lo que hay y, con suerte, terminará lo antes posible. Los sobrecostos son sustanciales, pero, mirándolo en el plano positivo, nuestro país está muy bien y puede permitirse casi cualquier cosa, ¡incluso el costo de este edificio!! Estaré atento y, con suerte, aportaré mi experiencia".

Trump, este jueves, durante la visita a la Fed.

A continuación, el presidente de Estados Unidos aclaró a qué “experiencia” se refería. “Como todos saben, renové la Antigua Oficina de Correos en la Avenida Pensilvania y fue un éxito rotundo. El costo total de la construcción fue una pequeña fracción del costo del Edificio de la Reserva Federal, y es mucho mayor”. Trump se refería al edificio histórico en el que abrió uno de sus hoteles en Washington, que luego tuvo que vender en 2022. “Dicho esto, ¡terminémosla [la sede de la Fed] y, aún más importante, bajemos las tasas de interés!“.

El anuncio de que Trump visitaría las obras se coló por sorpresa el miércoles, pasadas las 22.00, en el plan del día siguiente que la Casa Blanca comparte con la prensa cada noche. No estaba previsto, ni mucho menos es un gesto común. Hay que remontarse a 2001 para recordar la última vez en la que un presidente en funciones visitó la Fed, una institución que se precia de una independencia puesta en entredicho por Trump, que achaca la inmovilidad de Powell con los tipos de interés a que este esconde “motivaciones políticas”. Hace 24 años, fue George W. Bush el mandatario visitante; acudió a la toma de posesión de Ben Bernanke al frente del banco central.

Bernanke y Yellen piden respeto

Bernanke, cuya presidencia está ampliamente considerada como un éxito en Washington, firmó este lunes junto a su sucesora, Janet Yellen, un artículo de opinión en The New York Times titulado: “Hemos dirigido la Fed. Y debe ser independiente”. “Sabemos por nuestra experiencia y nuestra lectura de la historia que la capacidad del banco central para actuar con independencia es esencial para su gestión eficaz de la economía”, escriben los autores. “Los recientes intentos de comprometerla, incluyendo las exigencias del presidente de una reducción radical de los tipos de interés y sus amenazas de despedir a su presidente, podrían causar graves y duraderos daños económicos”.

Las advertencias de los expertos no parecen estar haciendo mella en Trump, que insiste tanto en sus ataques a Powell −a quien el apelativo más educado que suele dedicarle cada mañana es el mote Señor Demasiado Tarde− como en la defensa de que este debería ordenar una bajada de los tipos del 3%.

Por la mañana, la Fed invitó a un grupo de reporteros para que vieran con sus propios ojos las obras de la sede histórica de la Reserva Federal, el edificio Marriner S. Eccles, y de su segunda sede, que está al lado en la zona de los edificios instutucionales de Washington. Los guías mostraron a los reporteros, según una crónica de la agencia AP, las nuevas ventanas resistentes a explosiones y los muros sísmicos necesarios para cumplir con los códigos de construcción actuales y con las normas de seguridad establecidas por el Departamento de Seguridad Nacional. La Fed ha justificado la desviación presupuestaria recurriendo a la inflación de los últimos años, al alto precio de deshacerse del asbesto que recubre las paredes y a las particularidades de la orografía de Washington: ambos edificios están construidos literalmente sobre una ciénaga.

Vista de las obras en el edificio Marriner S. Eccles, sede de la Reserva Federal, este jueves, en Washington.

Los aliados de Trump acusan a Powell de tirar el dinero con “terrazas ajardinadas en la azotea, fuentes, ascensores VIP y mármol de primera calidad”. El presidente de la Fed ha negado esos lujos. En cuanto al exceso del noble material en el segundo de los edificios, se debió en realidad a una exigencia de los representantes de Trump en la Comisión de Bellas Artes que supervisó el proyecto; sus arquitectos preferían haber empleado cristal como una metáfora de la “transparencia” que se le supone a la institución. Los planes para la renovación fueron aprobados por la junta directiva de la Fed en 2017.

Sus 19 funcionarios se reúnen ocho veces al año para decidir si suben, bajan los tipos de interés, o los dejan como están. La siguiente reunión es la semana que viene, y llega en un clima ciertamente incompatible con la exigencia de mantener la cabeza fría que se les supone.

Los inversores dan por hecho que la junta que preside Powell, pese a las insistentes presiones de Trump, los mantendrá en su nivel actual, 4,25%-4,50%, ante el temor, en medio de la incertidumbre provocada por la política arancelaria de Trump, de los efectos que pueda tener una bajada, que sí se prevé para septiembre, en la inflación. Mantenerla a raya es una de las obligaciones de la Fed. La otra es ayudar a la consecución del pleno empleo.

La ley no permite que un inquilino de la Casa Blanca eche al presidente de la Fed, y el Supremo reforzó esa protección el pasado mes de mayo. Si se descubre un “motivo” que justifique ese despido −por ejemplo, una malversación del dinero empleado en la renovación de la sede− entonces sí podría estar justificada la decisión. Trump ha ido cambiando de ideas con el pasar de los días, semanas y meses. Lo último es que parece convencido de que no conviene despedir a Powell. También, de que es mejor hacer propia una de las frases favoritas de este: “esperar y ver” si llega pronto el próximo mes de mayo y puede colocar entonces a un presidente de la Fed más dispuesto a cumplir con sus deseos.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal jefe de EL PAÍS en EE UU. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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