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La inversión extranjera directa hacia países en desarrollo cae a su nivel más bajo desde 2005

El Banco Mundial alerta sobre la amenaza que suponen las barreras al comercio para la economía

Trabajadores en una planta industrial en las afueras de Hyderabad (India).
L. D. F.

La ola proteccionista que está minando los cimientos del orden económico mundial amenaza con dar una estocada también a la inversión extranjera directa (IED), ya en horas bajas tras la crisis financiera y la pandemia. Los flujos hacia los países en desarrollo alcanzaron los 435.000 millones de dólares en 2023 (algo más de 400.000 millones de euros), el último dato disponible y el más bajo desde 2005. También la inversión extranjera hacia las economías avanzadas están de capa caída: marcaron en 2023 su menor cota desde 1996 (unos 310.000 millones de euros), según el Banco Mundial, que este lunes ha publicado su último informe al respecto. El organismo alerta de que el futuro tampoco se percibe halagüeño. “Las condiciones actuales no son propicias para generar flujos robustos de IED hacia las economías emergentes y en desarrollo”, concluye.

La institución multilateral pone el foco en la incertidumbre y el riesgo geopolítico, que “se han disparado a su nivel más alto desde principio de siglo”. También recuerda que la firma de acuerdos comerciales y de inversión “se ha desacelerado drásticamente” en los últimos años. Entre 2010 y 2024, solo entraron en vigor 380 nuevos tratados de inversión, un tercio con respecto a la década de los noventa; el número de nuevos acuerdos comerciales firmados durante la última década pasó de un promedio de 11 al año en la década de 2010 a tan solo seis en la de 2020. Mientras tanto, la deuda pública ha ido subiendo.

“Los flujos de inversión extranjera directa (IED) hacia las economías en desarrollo —un factor clave para el crecimiento económico y la mejora del nivel de vida— han disminuido a su nivel más bajo desde 2005, en medio del aumento de las barreras comerciales y a la inversión“, subraya. “Estas barreras representan una amenaza significativa para los esfuerzos mundiales por movilizar financiación para el desarrollo”.

Los flujos de IED subieron como la espuma en la década del 2000 y alcanzaron su punto álgido en 2008, cuando llegaron a suponer hasta el 5% del PIB en promedio en los países emergentes y en desarrollo. La inversión empezó a desinflarse con el estallido de la Gran Recesión, cayendo a la mitad (cerca de un 2% del PIB en los últimos años) y concentrándose más en el sector servicios y las economías más grandes.

Apertura comercial

El Banco Mundial calcula que un aumento del 10% de la IED puede impulsar el PIB real al alza en hasta un 0,3% en tres años en los países emergentes y en desarrollo. Este efecto virtuoso crece a medida que aumenta la apertura comercial de la economía, sus instituciones son sólidas y el capital humano progresa. “Las economías con mayor integración comercial reciben mayores entradas de IED: un 0,6% adicional por cada punto porcentual de aumento en la relación comercio/PIB, y un 0,3% adicional por cada punto porcentual de aumento en el comercio”, desgrana el informe, que construye su análisis en torno a los datos disponibles antes de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, declarara la guerra comercial al mundo.

Con estos mimbres, el organismo recomienda a las economías en desarrollo reducir barreras y mejorar el clima de inversión interno, promoviendo la integración comercial y mejorando la calidad de las instituciones, así como impulsar la cooperación global. “Revertir esta desaceleración no es solo un imperativo económico, sino que es esencial para la creación de empleo, el crecimiento sostenido y el logro de objetivos de desarrollo más amplios. Requerirá reformas nacionales audaces para mejorar el clima de negocios y una cooperación mundial decisiva para reactivar la inversión transfronteriza”, ha señalado Ayhan Kose, economista jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas de la institución.

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Sobre la firma

L. D. F.
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
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