Kota-poro, Finlandia

Tras más de diez años en la profesión, Janne Mustonen tiene suficiente experiencia como para encontrar sus propios renos en el bosque, continuando así con la tarea de al menos ocho generaciones anteriores a él. Su familia es conocida por haber pastoreado renos a lo largo de más de 200 años. "Aprendes a saber dónde les gusta pasar el tiempo", dice Mustonen. "Durante la primavera van a los lugares donde la nieve se funde antes y permite que se vea la hierba y el liquen que comen. En invierno vagan por el bosque en busca de comida". Los renos suelen alimentarse de Cladonia rangiferina (un liquen de pantano, conocido comúnmente como musgo de los renos, que se encuentra en bosques de pinos boreales), pero también comen más de 200 tipos distintos de especies vegetales y hongos. Durante el invierno se alimentan de cualquier pasto que encuentren bajo la nieve, como hojas secas y hierba.

Mustonen vive en Unarin-Luusua, en la Laponia finlandesa, donde forma parte de una cooperativa de pastores llamada Kota-poro. Durante los últimos 13 años ha trabajado con otros nueve pastores de renos, con los que comparte matadero. Los 60 residentes del pueblo poseen en total más de 1.200 renos. La matanza de renos tiene lugar durante el otoño y a principios del invierno. La mayoría de la carne se queda en Laponia y se vende a los restaurantes y hoteles de la zona (el lomo se considera la parte mejor del reno y se vende a 40 euros el kilo). Nada se desperdicia de un reno, e incluso los huesos se emplean para el caldo de las sopas de carne tradicionales. La piel se vende a una compañía sueca, que la usa para fabricar zapatos y que envía el resto a casas de moda italianas.

Siempre de buen humor, a Mustonen no parece importarle que la tienda más cercana esté a 30 kilómetros o que el pueblo más próximo, Rovaniemi, esté casi a 100. Las condiciones durante el invierno son crudas en Laponia, donde la temperatura baja a menos de 40º C, pero eso tampoco le impide sacar a pastar a sus renos.