Soplo balsámico

Utiel-Requena está superando el lastre del granel -sin abandonarlo del todo, ya que resulta imprescindible para dar salida a una producción muy superior a la demanda- para convertirse en un nuevo referente de calidad de los vinos mediterráneos.

Condiciones no le faltan: clima continental, con fuertes oscilaciones térmicas entre el día y la noche, aliviado por la influencia marina, fuerte insolación, tierras arcilloso-calizas pobres, y un varietal autóctono, la bobal, que permite elaborar grandes tintos si se le trata adecuadamente. Es decir, condiciones para obtener vinos con personalidad, con una dramática lucha por hacerse hueco en un mercado saturado. Así lo han entendido en Murviedro con su Coronilla, una de las mejores expresiones de la bobal, uva capaz de aportar no solo el intenso color grana que le caracteriza, sino también un aroma frutal cálido y complejo, rico en matices, y un gusto mórbido, que expresa la bondad de su estructura. Para ello utilizan cepas muy viejas, de baja producción, de las que escogen los racimos que están en su punto óptimo. Mesa de selección, largas maceraciones y crianza en roble nuevo francés Allier hacen el resto.

De esta forma consiguen que el vino regale un aroma intenso, pletórico, a frutillos silvestres compotados y sotobosque, guarnecido de madera especiada, y recorrido por un refrescante soplo balsámico. Y en boca se puede saborear a placer el soleado y sensual tanino, maduro y frutal, suave y fresco, como una caricia mediterránea.