El mar y el humor

Gonzalo, consejero que acompaña al Duque de Milán, y uno de los que naufragan con la tempestad que desata Ariel por orden de Próspero, insiste en que sus ropas están como nuevas, secas y sin rastro de sal. Y es que Próspero es un mago cuyos poderes podrían otorgarle el título de precursor de la talasoterapia por dotar al mar de esta capacidad regeneradora que Ferdinand, hijo del rey de Nápoles que naufraga en el mismo buque, también nota. En el montaje de Declan Donnellan el agua es la protagonista.

El agua cala como cala el humor en esta tempestad en la lengua de Chéjov de la compañía rusa gemela de la Cheek by Jowl fundada por Donnellan en 2000. Casi todos los personajes protagonizan algún momento cómico añadido a la trama de por sí cómica debido, básicamente, a las jugarretas de Ariel. La preciosa Miranda es una criatura tan tierna e ingenua como salvaje que se lame las manos y se muerde las durezas de los pies; el semihumano Calibán acaba convertido en un mafioso ruso; Trínculo es un maricón de manual, que se chifla por la ropa de marca cuando la isla muda en una boutique de lujo; Ferdinand se convierte en un campesino que baila con otros siete hoz en mano durante la sátira a las celebraciones comunistas...

Harold Bloom sugiere que La tempestad es una comedia escénica locamente experimental; el montaje de Donnellan parece ajustarse a esa locura desde la alegría, y a la experimentación que supone trabajar en otro idioma y conseguir que el espectador se olvide de seguir los sobretítulos de las pantallas laterales.