A buenas horas
Llegó como una extravagancia para noctámbulos de resaca. Pero el 'brunch' ha encajado en los horarios madrileños y la oferta se ha multiplicado
Después de una noche de fiesta el cuerpo se despereza a mediodía y no se sabe bien qué echarse a la boca para que el estómago no lo tome a mal. ¿Café o cerveza? ¿Croissant o patatas fritas? El brunch comienza a hacerle la competencia al tapeo.
"Va pasando por modas, hace cuatro años tuvo un auge y suele funcionar mejor en invierno", comentan en el restaurante Olsen, que añadió el brunch a su carta hace seis años. Si en su día los comensales más habituales eran los jóvenes trasnochadores ahora se han apuntado las familias.
Las parejas jóvenes con niños almuerzan más temprano para poder aprovechar toda la tarde del sábado o del domingo. La mayoría de los restaurantes abre la cocina sobre la una de la tarde en lugar de a las once, para castellanizar esta simbiosis entre el breakfast y el lunch importada de los países anglosajones.

Influencia nórdica y una carta de 80 vodkas
Olsen
Sábados y domingos de 12.30 a 14.30 en calle Prado, 15. Por 23 euros.
No está incluido en el precio pero la carta de 80 vodkas hace más atractivo el bloodymary (10 euros). El desayuno consiste en cuatro bagels -anís, patata, salado e integral- horneados por la mañana y acompañados de mermelada casera y zumo (natural solo el de naranja). Después llegan los platos combinados que cambian con cada estación: pato confitado en su propia grasa y queso brie sobre una rebanada de pan brioche y puré de higos o tosta de ibérico con queso de cabra, batatas asadas y el toque picante del chutney de mango. Los dos platos siempre van escoltados por algún tipo de ensalada y huevos revueltos.
Un menú con sabor americano
Toma Madrid
Sábados y domingos de 13.00 a 16.00 en calle Conde Duque, 14. Por 18 euros.
Es de los pocos que incluyen el bloodymary en el precio. Bollería variada, mitad industrial mitad casera, acompaña al café. Tras el dulce, llegan los huevos. Versión benedictine sobre dos tostas, jamón ibérico, salsa holandesa y patatas asadas; o tortilla francesa; o porción de fritata (especie de tortilla española con ingredientes de temporada). También hay breakfast burritos rellenos de huevos revueltos, queso cheddar y salsa ranchera con guacamole y patatas. El mountain-man breakfast está hecho a base de setas, presa ibérica y huevos fritos, y el desayuno americano especial tiene patatas, tostas, huevos al gusto y bacon. Se recomienda reservar: solo hay sitio para 20 personas.
Bollería de elaboración casera
Ene gastrobar
Sábados, domingos y festivos de 12.30 a 16.30 en calle Nuncio, 19. Por 22 euros.
La mesa recibe al comensal con una selección de muffins, napolitanas o croissants horneados en la propia cocina. El café puede tomarse al principio o al final de la comida, que también incluye el bloodymary. Para comer hay cuatro entrantes y cuatro principales a elegir. Entre los primeros, pastela de pollo, bagels de salmón o jamón con queso brie, carpaccio de frutas con muesli casero caramelizado y yogur griego y ensalada de tacos de atún marinado. Los platos principales son los huevos benedictine, surtido de sushi con surimi, kanikama o maki de espárragos, brocheta de cebón con especias árabes y ceviche de pez mantequilla.
Ópera para un 'buffet' de marisco
Hotel W. Palace
Domingos de 13.30 a 16.30 en plaza de las Cortes, 7.Por 73 euros u 84 (bebidas).
Un tenor, una soprano y un pianista animan el buffet de lujo que ofrece una amplia variedad de platos como el surtido de ibéricos y quesos, mariscos como salpicón, cigalas, langostinos o bogavante, pescados como lubina a la plancha con salteado de verduras y carnes como solomillo a la parrilla con foie fresco. Los entrantes -tomate relleno, milhojas de remolacha y naranja, matrimonio de anchoas y boquerones- y los postres son variados y se sirven en miniatura: tartaleta de tiramisú, borracho al ron, pastel de café, mousse de frambuesa o naranja, gazpacho de mango, crema de cerezas y tiramisú de foie.
Fieles al verdadero 'brunch'
Café Oliver
Domingos de 11.30 a 16.00 en la calle Almirante, 12. Por 25 euros
Al Café Oliver hay que llegar pronto porque no se hacen reservas. La comanda empieza con el café o zumo (de naranja o sandía naturales). Después se elige entre huevos revueltos con emmental, rotos con beicon o benedictine: clásicos del brunch, escalfados con jamón y salsa holandesa casera. Para almorzar, pancakes con sirope de arce de Canadá, ensalada de fruta de temporada, ensalada césar de kolloroso frisé con pollo a la plancha, mostaza, láminas de parmesano y salsa césar casera o cheeseburguer con tomate, mermelada de cebolla, beicon, queso y patatas. El bloodymary (8 euros) y el agua van aparte.
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