Plus de complejidad

Ribera del Duero está pagando las consecuencias de un crecimiento demasiado rápido. Al reclamo de prestigio y ganancias fáciles, se construyeron numerosas bodegas de la mano de constructores, altos ejecutivos y artistas populares. Parecía un negocio fácil y prestigioso. Pero la dura realidad de un mercado muy competitivo, un consumo en caída libre e inversiones de nunca acabar han puesto el cartel de se vende en muchas de ellas, generando dificultades añadidas a las tradicionales empresas del sector.

Así las cosas, merece destacarse la seriedad del proyecto encabezado por Alfonso de Salas, todavía en la primera fase de su desarrollo. La bodega Montecastro tiene un diseño riguroso, que incluye depósitos de cemento, mucho más estables térmicamente. Una vuelta a los orígenes que se beneficia de modernos sistemas de regulación de temperatura, lo que permite un control más preciso de la fermentación.

Para sus vinos, de excelente acogida por la crítica internacional, seleccionan viñedos plantados en distintos terruños, combinando suelos guijarros con los calcáreos, la arcilla con la arena, en la búsqueda de un perfil de tinto que sintetice lo mejor de los vinos de Ribera del Duero. Un pequeñísimo toque de merlot y cabernet sauvignon aporta un plus de complejidad. Vino, por tanto, de autor, dotado de una nariz intensa, rica en fruta ácida madura (frambuesa, grosella, mora silvestre) muy especiada, con un fondo ahumado y mineral que aporta profundidad. Boca suculenta, tacto sedoso y fresco afrutado final.