Remix
Aunque la periodicidad de esta columna sea quincenal tengo la sensación de que siempre hablo de lo mismo. No quiero ni pensar lo que pasaría si fuera diaria... El día de la marmota, supongo. Esto pasa porque en realidad uno larga de lo que le divierte, le preocupa, le indigna o le apetece. Y esas cosas básicamente son siempre las mismas. Me planto delante del ordenador y pienso en lo que más me interesa en ese preciso momento. Dicho interés puede ser un tema serio o una chorrada descomunal. Y así sale el artículo. Me gustan más las columnas chorras porque eso significa que mis desvelos son tonterías como pianos y por lo tanto soy más feliz. Pero si lo que me ronda la cabeza es un asunto serio es porque estoy enfadado, triste o consternado.
Lo que más me inquieta ahora mismo tiene que ver con la falta de sentido del humor, el amauterismo imperante en cierto periodismo (cuya máxima expresión es el "cortapega" de noticias), el hobby nacional en que se ha convertido eso de rasgarse las vestiduras (o las ganas de hay de indignarse, al acecho de que alguien diga algo para saltar) o la desaparición de la independencia en favor del posicionamiento en un bando mediático o político.
Mis últimas columnas han hablado de todo esto y creo que he dicho del tema todo lo que tenía que decir pero hoy no puedo evitar descolgar la batidora y mezclar los temas antes mencionados. Porque si hago un remix de todos ellos encontraré las causas de por qué Nacho Vigalondo ha tenido que cerrar el blog que tenía alojado en la web de EL PAÍS.
Nacho ha tenido que clausurar su blog porque algunos periodistas aficionados a fabricar noticias del vacío han convertido una entrada de Twitter en un titular, porque los medios de comunicación están en guerra y aprovechan cualquier sandez para echarse los trastos a la cabeza y porque hay cientos de internautas cuya afición consiste en indignarse en sus comentarios en Internet. Dándole un último toque a la turmix me gustaría decir que todo esto ha pasado porque no se ha entendido el chiste. Algunos dicen que sí lo han entendido y que no tiene gracia, como si hubiese un tribunal alternativo en La Haya para dictaminar si una cosa tiene gracia o no. Que yo sepa no existe nada parecido a un "Tribunal del Humor" y si lo hubiera habría que coger una apisonadora y destrozarlo.
No pongan corsé al humor se titulaba un reportaje de EL PAÍS del pasado 20 de enero. A raíz de la polémica presentación de los Globos de Oro por parte de Ricky Gervais se hacía un alegre repaso al humor transgresor que se hace alrededor del mundo. El titular era un imperativo dirigido al resto del planeta que parece no servir para uno mismo. Digamos entonces que el corsé es un poco voluble.
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