De todo, como en botica
Pues sí, desde hace unas pocas horas los catalanes estamos ya en campaña. Por fin se ha abierto de par en par el supermercado electoral, se han desatado las ofertas y los reclamos explícitos. Y pese a la tan manida desafección, lo cierto es que los estantes rebosan de productos de todos los colores y formas, para todos los usos y necesidades. El prestigio de la política no pasa por su mejor momento, sin duda, pero más conciudadanos que nunca, miles de ellos, parecen dispuestos a casi todo por conquistar un escaño en el parque de la Ciutadella.
Si damos por suficientemente conocidas las seis opciones hoy parlamentarias (que, en realidad, engloban al menos a ocho formaciones políticas distintas), el resto de las candidaturas cuyas papeletas hallaremos el próximo día 28 en los colegios constituye una densa fronda en la que tal vez sea útil poner un poco de orden. Intentémoslo.
Si la afluencia a las urnas es menor de lo deseable, no será por culpa de la escasez o de la monocromía de la oferta electoral
Hay entre ellas siglas históricas en horas bajas, como el CDS, o la Izquierda Republicana que fue de don Manuel Azaña, o incluso el Partit Humanista huérfano ya de su mentor Silo. Por supuesto, están los grupos neoindependentistas: la Solidaritat Catalana per la Independència de Laporta, el Reagrupament Independentista de Carretero, el Bloc Sobiranista Català en Lleida. Y también algunas opciones que convocan a un voto crítico y testimonial; sería el caso de Escons en Blanc-Ciudadanos en Blanco, y también de Montserrat Nebrera con su Alternativa de Govern.
Sigue creciendo el contingente de los partidos temáticos, vertebrados alrededor de una sola idea: el Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal (que negoció sin éxito una coalición con Iniciativa); el Partido de los Pensionistas en Acción; el Partido Castellano (en Barcelona) y el Partido Aragonés (en Lleida); los ecologistas de Els Verds-Grup Verd Europeu; la españolista Unión, Progreso y Democracia; el Partido Gay, Lésbico, Bisexual, Transexual y Heterosexual/Todos Somos Iguales; el gerundense Pagesos per la Dignitat Rural Catalana; Pirates de Catalunya, inspirado en el Piratpartiet sueco y defensor del software libre, o los antiabortistas Partido Familia y Vida, y SAIN (Solidaridad y Autogestión Internacionalista). Podrían asimilarse a esta categoría los que abanderan el rechazo a la inmigración: la Plataforma per Catalunya y su escisión rival, el Partit per Catalunya, y también la españolista Alternativa Liberal Social, que considera la sentencia contra el Estatuto demasiado suave...
Para quienes aguarden la "revolución pendiente" están la idiosincrásica Falange Española de las JONS y también el Movimiento Social Republicano, de referentes menos azules y más pardos. Y los que añoran la Revolución de Octubre tienen donde escoger: el Partit Comunista del Poble de Catalunya del incombustible Quim Boix, la maoísta Unificación Comunista de España, el trotskista POSI y los anticapitalistas de Revolta Global, que por alguna razón concurren este año con la enigmática etiqueta Des de Baix.
En el terreno del frikismo explícito se sitúa la Cori (Coordinadora Reusenca Independent) de Ariel Santamaría y Carmen de Mairena. Y luego está un buen puñado de grupos inclasificables y de nombre beatífico: Gent Nostra, encabezada por dos exconcejales de CiU en Igualada; Por un Mundo más Justo; el Partit de Justícia i Progrés, que solo comparece en Lleida, o DemocrataWEB, partido que "no tiene una ideología de izquierdas, derechas, centro, conservadora o progresista", y cuyo único objetivo es "devolver la democracia a las personas", canalizando las propuestas ciudadanas a través de la web.
¿El panorama descrito presagia, como sostienen algunos, una italianización de la política catalana? Lo ignoro, pero hay una reflexión que sí se impone: si el 28 de noviembre la afluencia de ciudadanos a las urnas es menor de lo deseable, desde luego no será por culpa de la escasez o la monocromía de la oferta electoral.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.
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