Los actores del tripartito desaparecen

Fin de la función. Si la permanencia de Javier Madrazo en la escena política como presidente de EB era el último recuerdo políticamente activo del tripartito nacionalista -la coalición que protagonizaron durante una década el PNV, EA y EB-, ayer ese vínculo desapareció. Las tres principales caras de aquella coalición, Juan José Ibarretxe, Unai Ziarreta, y Javier Madrazo, son ya historia política y, aquella fórmula que se encargaron de finiquitar los ciudadanos en las urnas, se ha llevado por delante incluso la presencia testimonial del último superviviente de aquella aventura.
Primero fue el presidente de EA, Unai Ziarreta que fracasó en su apuesta de desvincular el futuro de su organización del PNV. El bajón electoral que provocó la casi desparición de EA del escenario parlamentario tras perder cinco de sus siete diputados se llevó por delante su figura. Ni siquiera ha seguido en política. Defensor a ultranza del soberanismo para todo, Ziarreta, que llevaba en el cargo 15 meses, se convirtió en la primera víctima de las elecciones vascas.
"Nos hemos olvidado de que la unidad hace la fuerza", dice Madrazo
Le siguió el propio lehendakari Ibarretxe. Después de ocho años esgrimiendo primero el plan Ibarretxe en la primera legislatura y la hoja de ruta para la consulta en la segunda, fagocitó a sus socios EA y EB en las elecciones de 2009, autoliquidando la fórmula política que le había mantenido en el poder desde 2001.
Ni siquiera ha sobrevivido a aquel periodo uno de sus principales apoyos políticos en el Consejo Político del Gobierno en el que era el único representante del PNV: el consejero de Justicia, Joseba Azkarraga. También abandonó la primera línea de EA debido a su desacuerdo con el viraje del partido para desmarcarse del PNV. Ibarretxe renunció a su escaño y perdió pulso político.
El último cayó ayer. Madrazo, un hombre que ha controlado el partido de arriba abajo, que ha sabido bandearse en aguas revueltas incluso internas, hasta lograr mantenerse al frente de EB durante tres lustros, se cayó ayer del cartel. En sus últimas palabras apeló a la unidad del partido. Tarde. Desde dentro fue incapaz de aglutinar a todos los sectores para dirigir la organización en los tiempos del gobierno postnacionalista. "Nos hemos desgastado tanto en la atomización, que hemos olvidado que la unidad hace la fuerza y la sociedad quiere ver en los partidos una solución a sus problemas y no un problema más", decía en su despedida.
Los actores de aquel tripartito que sobrevivió a base de prórrogas presupuestarias, se han quedado sin teatro y sin ningún papel en la nueva política vasca.
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