En vela para ir a los toros
Los aficionados pasan la noche en la cola para comprar entradas de San Isidro
Tras las últimas reformas para adaptar el recinto a discapacitados, Las Ventas tiene un aforo de 23.400 localidades, 19.721 de abono. A este margen hay que restar los palcos oficiales, 13, así como el presidencial, el Real y el del Ayuntamiento. En total, menos de 2.000 entradas saldrán a la venta. Se reserva un 5% de estas para vender el mismo día de la corrida. A diferencia de otros espectáculos como el teatro o el fútbol donde ser abonado significa una reserva preferente de las localidades, en la primera plaza del mundo se tiene la obligación de adquirir San Isidro y la Feria de Otoño si no se quiere perder la localidad.
Ser abonado es un privilegio que a veces es una condena de un mes entero. "Como lo renuevas con miedo a quedarte sin ello, la empresa puede hacer los carteles que quiera, prefiero pasar sueño hoy y comprar lo que me interesa", argumentaba un joven.
"Prefiero pasar sueño y comprar lo que me interesa", dice un joven
Pasado el mediodía del viernes comenzó la cola para comprar entradas sueltas de San Isidro, Feria del Aniversario y los festejos extraordinarios de la Beneficencia, la Prensa y el 12 de junio. De manera espontánea la gente comenzó a apuntarse con su nombre y DNI para mantener el orden. Esta periodista, a las seis de la tarde del viernes, tenía asignado el puesto número 254. Durante la noche, con dificultad y empujones perdidos, se pasó lista hasta en tres ocasiones. El resto del tiempo, la baraja, alguna botella de ron y conversaciones de toros servían de entretenimiento. Algo no encajaba. Bastaba contar del primero al último de la fila para darse cuenta de que había menos de 100 personas. Muchos jóvenes, en grupos, universitarios, compañeros de trabajo o amistades espontáneas configuraban la serpiente humana que anhelaba pasar una tarde en Las Ventas.
A medida que avanzaba la noche más y más personas adelantaban posiciones en los primeros puestos. Gritos y abucheos eran la única manera de reprochar la actitud a los que viven de las colas. La policía ni legitimaba ni reprobaba las normas de la fila. Cada vez que había algún atisbo de rebelión se acercaban con un mensaje claro: nada de ruidos y peleas. Como esta medida no beneficia a los que se lucran con la venta de entradas ni a los aficionados atrincherados, se calmaban los ánimos.
Antonio duerme cada noche en el suelo. "Para mí es una noche más que duermo en la calle. No me voy a meter en un lío por esto", se resignaba. Con el fin de acaparar más tickets los reventas dan una cantidad a personas que viven en la calle a cambio de guardar cola y comprar localidades. A partir de las siete de la mañana, abierto el metro, se fueron sumando aficionados. "Siempre apetece ir un día a la feria, pero sin dejarnos el sueldo con los intermediarios", explicaba uno. A diferencia de otros años, que se vendían las entradas sueltas cinco días antes del festejo, la nueva empresa, Taurodelta, ha instaurado un día para la venta de todas las localidades libres. Los mejor situados en la cola aspiran a los mejores carteles y pocos minutos antes de las diez de la mañana, hora de apertura de taquilla, Víctor López, responsable de la venta de localidades, insistía en que no podía saber cuántas entradas se despacharían presencialmente al venderse por Internet y teléfono.
Se abrieron ocho ventanillas. Los primeros carteles en quedarse sin billetes fueron los del 15 de mayo, con El Juli, Sebastián Castella y Daniel Luque; después los días 21 y 25 de mayo en las que destacan Morante de la Puebla,
A las doce y media del mediodía, el número 254 que guardaba con fruición se convirtió en una de las últimas andanadas de sol para el 2 de junio, corrida de Beneficencia y las dos tardes de José Tomás, los días 3 y 12 de junio. La cola llegaba más allá del monumento de Antonio Bienvenida. Sin acceso a las tardes de las figuras, los toros de Palha y Adolfo Martín se convertían en la opción más apetitosa para el torista.
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