¿Bien de Interés Cultural?

Me gustaría decirle a Esperanza Aguirre que estoy cansado. Cansado del estúpido juego político que se traen entre manos el PSOE y el Partido Popular; cansado de ver cómo hacen el ridículo dos partidos políticos por sus ansias de poder. La democracia española se ha convertido en un esperpento, pero quiero que sepa algo: las cosas cambian.

No es una amenaza surgida de mi cabreo, es un hecho. Una de las principales características que los antropólogos atribuyen a la cultura humana es que es adaptativa y cambiante.

Es decir, que si a Esperanza Aguirre le ha dado por afirmar que las corridas de toros son un bien cultural, sepa que las culturas cambian a lo largo de los años dejando atrás prácticas más que reprobables.

Desgraciadamente, por su forma de hacer política, veo que no acaba de tener muy claro en qué consiste eso del "cambio"; su juego bipartidista me recuerda al chollo que tenían montado en este mismo país los liberales y conservadores del siglo XIX.

Por suerte, aunque siga anclada en la política de hace dos siglos, el resto del planeta sigue su curso. Y la prueba la tiene ante sus narices: los jóvenes de este país ya no creemos en sus tejemanejes. No se vaya a creer que estamos al margen de la política, muy al contrario, estamos desengañados y desilusionados.

Pero no dude que en los próximos años cambiaremos muchas cosas. Y así como no podrá detener el cambio de una sociedad, señora Aguirre, tampoco podrá luchar contra lo que es evidente: sus corridas de toros están tan acabadas como su juego político.-

Leo en EL PAÍS que sesudos expertos dicen en el Parlamento catalán que "desde un punto de vista ecológico y zoológico, el toro de lidia sufre individual y socialmente, física y psíquicamente, en las corridas de toros", y que hay que prohibirlas.

Estoy de acuerdo. Es más, ¿tenemos conciencia de lo que sufre -individual y socialmente, física y psíquicamente- el pescado cuando le arrancamos el anzuelo? ¿Y el mosquito cuando lo estrellamos salvajemente contra el cristal? ¿Y el dulce cervatillo en el coto de caza? ¿Y la vaca en el matadero? ¿Y la indefensa cochinilla del geranio contaminada por las armas químicas del jardinero? ¿Y el ratoncillo en el laboratorio? Y no sigo más porque espero ya haberle convencido de los muchos atropellos que cometemos diariamente en Cataluña.

Legisladores catalanes, demostrad al mundo que, vosotros sí, os ocupáis de cosas importantes para el ciudadano: además de las corridas de toros, prohibid la pesca, la matanza de mosquitos, la caza, los insecticidas y los experimentos de laboratorio. Contratemos a una consultora externa para que por sólo 50.000 euros nos haga un informe al respecto.