Cineasta de guerrilla
El director Chris Jones explica cómo rodar con poco dinero y algo de caradura
Director, guionista, productor, crítico, ganador de múltiples premios y orgullosamente descarado, Chris Jones (Wiggon, Reino Unido, 1967) resume todas sus circunstancias en estas palabras: cineasta de guerrilla. Igual rueda una película de acción "con helicópteros y explosiones" por menos de 110 euros -The runner, 1992- que entrevista él al periodista con su pequeña cámara digital. Además, es autor del manual de referencia para los directores independientes en el mundo anglosajón, The guerrilla film makers handbook.
Jones estuvo la pasada semana en Bilbao con motivo de la 51ª edición del festival de cine Zinebi. Allí, además de asistir a la proyección de su último trabajo, Gone fishing, ofreció un seminario para jóvenes realizadores, en el que desveló algunos trucos para compatibilizar presupuestos ridículos con premios y buenas críticas.
"Creo que nuestros jefes son los espectadores", asegura el realizador
Un cineasta de guerrilla, según definición del propio Jones, "es aquel que no tiene recursos económicos, ni padres ricos, ni conexiones con la industria, ni subvenciones... y decide, aun así, rodar". El presupuesto de una película de guerrilla ascenderá, por tanto, a la suma del dinero que uno lleve encima más lo que sea capaz de sacarle a algún otro. "Me he convertido en un experto en conseguir dinero de extraños", asegura. Toda esta precariedad juega a favor de la creatividad, mantiene el cineasta, que se declara en contra de las subvenciones y cree que el dinero fomenta la autoindulgencia.
Jones decidió dedicarse al cine con 15 años, cuando vio un reportaje sobre el rodaje de La guerra de las galaxias. A los 16 ya había rodado su primera película, una de zombies. La grabó íntegramente en el patio de casa con la cámara Super 8 de su tío y la proyectó en su instituto, cobrando entrada. La consagración le llegó en 1994 con White angel, un thriller sobre un asesino en serie que fue premiado en los festivales de Londres, Valenciennes y Burgos. Costó 10.000 euros y los actores no cobraron nada. Sus películas son independientes y baratas, pero nada conceptuales o introspectivas. "Me gusta el cine americano. Creo que nuestros jefes son los espectadores; algo que no piensa el 70% de los directores que vienen a festivales como éste".
Jones cree que el momento actual es muy interesante para el cine independiente. "El vídeo digital ha hecho que grabar sea ahora mucho más barato y, aunque durante un tiempo lo difícil era distribuir las películas, desde hace un par de años eso lo ha solucionado Internet". Ahora el problema es cómo sacar rendimiento a esa ventaja: "En la Red se ha instalado la cultura de la gratuidad y nosotros necesitamos un plato sobre la mesa de vez en cuando". Sin embargo, Jones no cree que el cine peligre: "Hace 15.000 años los seres humanos ya se reunían en sitios oscuros en torno a una hoguera para escuchar historias. El cine, en esencia, es lo mismo".

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