"EE UU sigue siendo el país de las oportunidades"

Apenas tenía siete años cuando llegó al Bronx neoyorkino, dejando atrás a sus abuelas para seguir el camino que años antes habían iniciado sus padres. La falta de esperanza con que se topó marcó a Julissa Reynoso desde el primer instante. Esta abogada de origen dominicano de 34 años confiaba encontrarse un mundo menos gris, más esperanzador, como aquel por el que ha trabajado desde entonces. El lujo que su imaginación percibía era inexistente en el Bronx. Igual que los blancos. Los únicos que veía en su barrio eran el sacerdote de su iglesia y las monjas de su escuela, a quien Reynoso pensaba emular cuando fuese mayor. Sus creencias católicas, aunque no fuese premeditado, le iban perfecto al restaurante con iconografía cristiana elegido.

Esta activista de la inmigración ha contribuido a cambiar el Bronx

En una mesa separada de otra por una celosía, la imagen parece la de un confesionario. Pero eso no va a alejar el pecado de comer a gusto ante una carta suculenta: acepta compartir la cecina que sugieren en el local y las judías verdes. Mientras llegan los entrantes, se divierte untando pan con tomate y un poco de ajo, y comienza a hablar de Nueva York, la ciudad que siente como suya y en la que, admite un tanto vanidosa, es "bastante conocida". A ello ha contribuido su labor por los menos favorecidos. Reynoso siempre procura tener "uno de los dos pies en el trabajo comunitario", con programas educativos, medioambientales... Es su forma de dar las gracias a un país que le ha dado todo. "Yo llegué cuando las puertas ya estaban abiertas, gracias al resultado de años de lucha de muchas personas. Mi logro es el resultado de toda esta gente". ¿Y siguen esas puertas abiertas? "Yo creo que sí, Estados Unidos sigue siendo un país con muchas oportunidades".

Esta mujer dinámica, a quien de joven le encañonaron en el Bronx y que ya no de tan joven se entregó en cuerpo y alma a la campaña de Hillary Clinton en su batalla contra Barack Obama, ha trabajado por el desarrollo de las comunidades inmigrantes en Nueva York. Es un tema que le apasiona. Hasta el punto de que sostiene durante un buen rato el tenedor repleto de judías sin decidirse a llevárselo a la boca. Está cómoda en la conversación. Si la cecina corriese el riesgo de quedarse fría, desde luego se la iba a comer congelada. Reynoso estuvo en Madrid para hablar de migración en Casa de América. "Ahora mismo, las leyes migratorias de los países están KO. Llevamos años hablando de una reforma que no llega y hay que regular el flujo de personas", admite.

Hablar de Nueva York le apasiona. "Siempre acabo regresando. Hay una integración que no se ve en otras ciudades". Pide la opinión sobre la ciudad mientras devora el bacalao con setas. "Me lo he comido como si fuese la última cena". Y, sin quitar ojo al plato de enfrente, pide probar de él.

Una ensalada de frutas enorme pone fin al almuerzo y vaticina la "dormida" (siesta) de después. Al regresar a casa tendrá que dar los últimos retoques a la obra de teatro que produce junto a Spike Lee, entre otros. También le espera una mudanza. Abandonará Nueva York para instalarse en Washington, en una nueva etapa de su vida, más política, de la que prefiere no hablar demasiado, pero para la que cita a otra comida. ¿Adivinan?