Todos a prueba

La prueba de nivel (o de conocimientos y destrezas indispensables) administrada por la Comunidad de Madrid ha sido superada en educación primaria por siete de cada diez alumnos en lengua y seis en matemáticas, y en secundaria, por seis (hace un año eran siete) y cuatro. Hay ligerísimas mejorías en las dos materias en primaria y en matemáticas en secundaria, pero una caída sensible en lengua en esta etapa. La buena noticia, para que haya alguna, es que los centros que estaban peor en 2008 y antes mejoran en mayor medida que el resto y, por tanto, se reduce algo el desequilibrio.
Es buena cosa, eso sí, que la prueba haya podido ser administrada de momento sin escaramuzas entre la Consejería de Educación y el profesorado, y lo sería aún más que aquélla evitara el error pasado de fomentar la clasificación de los centros por estos resultados, que deberían servir, más bien, para un diálogo centro a centro y entre la profesión y la Administración sobre cómo mejorarlos. El primero debería plasmarse en la mejora de los proyectos educativos, y el segundo, en un gran acuerdo por la calidad de la educación para todos.
La consejería anuncia que se centrará en mejorar matemáticas en la ESO con clases optativas de refuerzo y de ampliación. La fórmula no es muy imaginativa, y su primera implicación es que no hay planes específicos para ese tercio de alumnos que ya queda por debajo de los objetivos en la primaria ni frente al deterioro de lengua en secundaria. Centrar los esfuerzos en sólo una parte del problema (parte de las áreas evaluadas, por no hablar ya de las no evaluadas) supone además una presión sobre las autoridades intermedias, los profesores y los alumnos para que se concentren en ese estrecho ámbito en detrimento de todos los demás. Esta evaluación especializada y masiva debería complementarse con otra más amplia en unos pocos centros, pues existe el riesgo de que esto ya haya sucedido y las ligeras mejoras registradas no hayan sido gratis.
En un país en el que un tercio del alumnado no supera con éxito la enseñanza obligatoria, estas pruebas vienen a decir, además, que ese fracaso ya está anunciado en la primaria, cuatro años antes, algo que a veces se oculta tras el tremendismo en torno a la ESO, tan caro a los enemigos jurados de la LOGSE.
Ya hemos hecho la prueba a los alumnos. Quienes deben pasarla ahora son las autoridades y los profesionales.
Mariano Fernández Enguita es catedrático de Sociología en la Universidad de Salamanca.
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