El proyecto
"Educación para la Ciudadanía" debiera impartirse en los ayuntamientos. Educación para que los ciudadanos entendieran que construir 240 chalets ilegales alrededor de unas ruinas como las de Medina Azahara merma gravemente el valor de dichos restos. Los españoles somos geniales: todavía hay gente que no sale de su asombro ante la negativa de la Unesco a declarar estas ruinas patrimonio mundial de la humanidad. Los organismos internacionales riñen a nuestros políticos por haber contribuido a la destrucción del entorno, nos reprochan a los ciudadanos nuestra falta de compromiso con aquello que, supuestamente, tanto amamos, y nosotros respondemos con una mezcla de sorpresa e indignación. Nos cuesta entender que el patrimonio histórico es un bien cultural y turístico, pero que pierde valor si se machaca su entorno.
A todo esto leí la entrevista que este periódico ofreció con la prostituta que ofreció favores sexuales a Berlusconi a cambio de que éste le allanara el terreno para cumplir su sueño de promotora inmobiliaria en una zona protegida medioambientalmente. Berlusconi (lo leerían), tras el acto sexual, dijo si te he visto no me acuerdo. Un político ha de cumplir sus promesas, pero hay que reconocer que, en este caso concreto, su sinvergonzonería ha contribuido a mejorar el mundo en dos aspectos: uno, la urbanización ilegal no se ha construido; dos, en algunos casos es mucho más decente ser prostituta que constructora inmobiliaria. Hay un tercer aspecto que se me escapa de toda esta historia, esta mujer, Patrizia d'Addario, afirma que ella sólo trataba de cumplir el deseo de su padre, que murió sin poder ver levantado su soñado proyecto urbanístico. El mismo padre que, por cierto, había abusado de ella cuando era niña. ¿Cumplir el proyecto ilegal de alguien que abusó de ti acostándote con el presidente? Eso es para hacérselo mirar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Pokrovsk y Kupiansk, las batallas en las que Ucrania se juega más que dos ciudades
Un tiroteo masivo en Brown, un físico nuclear y la pista de Reddit: fuga y captura de Claudio Neves Valente
La generación que fue víctima de la dictadura de Pinochet, desolada ante el triunfo de Kast en Chile
El riesgo de los fondos rusos congelados en la UE: una espada de Damocles que Bélgica se negó a asumir
Lo más visto
- Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- Cae una organización que enviaba camiones cargados de cocaína desde Marbella hasta varios países europeos
- La policía registra varios domicilios y las oficinas de la ministra francesa Rachida Dati por otro presunto caso de corrupción
- Manuel Castells, sociólogo: “El mundo está en un proceso de autodestrucción”




























































