Un nuevo urbanismo

El arquitecto catalán Oriol Bohigas, con quien Luis Peña Ganchegui coincidió en los setenta en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, destacó la obra de éste en términos muy elogiosos en un catálogo editado con motivo de una exposición antológica en el año 1994. Escribió que la obra de Peña se explica "por la personal lectura de los espacios habitables, por el entendimiento del valor del paisaje y de lo urbano, por la revalorización de los materiales y por una eficaz cohabitación con la literatura y la plástica".

Tras una revisión del trabajo del arquitecto guipuzcoano, Bohigas le clasifica como "uno de los testimonios más eficaces de la ola de internacionalización de la arquitectura", sobre todo en toda la serie de proyectos realizados en espacios públicos, como las plazas de La Trinidad, la del Tenis (San Sebastián), la de Fueros (Vitoria) o la España Industrial (Barcelona) y la de Sant Joan (Lleida). Bohigas incluye a su colega entre los impulsores, en aquellos tiempos, de "un nuevo urbanismo que empezaba a ensayarse en algunas ciudades europeas".

Rafael Moneo considera que la obra de Peña desprende "un gran respeto a la topografía". "Para él, hacer arquitectura consistió en construir en el País Vasco, en un medio bien conocido, aceptando los límites y las reglas del juego que imponen tanto la sociedad como el paisaje". Por ejemplo, en La Trinidad, "la arquitectura se transforma en naturaleza", dice el arquitecto navarro. En este emplazamiento, "el arquitecto nos hace percibirlo existente de otro modo, demostrándonos que hacer arquitectura es también convertir en realidad tangible y dotar de significado nuevo a elementos que lo habían perdido en el pasado".

Pero, como apuntan muchos de los amigos de Peña Ganchegui, Moneo también sostiene que "la principal meta que persiguió con su trabajo" fue "dar al País Vasco una arquitectura propia y culta".