Propaganda, ataques, coche bomba y un asesinato
ETA plasmó por escrito sus amenazas contra las obras de la línea de alta velocidad en Euskadi hace más de un año. Y las reiteró en otro comunicado en agosto pasado, en el que se atribuía los tres atentados que sufrieron en Guipúzcoa otras tantas empresas adjudicatarias de la Y ferroviaria vasca. "Los intereses que están detrás del TAV son ajenos a Euskal Herria", remarcaban los terroristas. El tren veloz "entierra en cemento" el proyecto independentista de la izquierda abertzale y garantiza ganancias "al PNV y sus acólitos", añadían.
En ese mismo comunicado propagandístico, ETA daba sus explicaciones para atentar contra las empresas que construyen la línea ferroviaria:
- "Los intereses que están detrás del TAV son ajenos a Euskal Herria. No hay un solo beneficio y lo único que quedará será la cicatriz de cemento que atravesará nuestro pueblo de punta a punta".
ETA asesinó al empresario Uria, y después, en febrero pasado, colocó un coche bomba en Madrid contra la sede de Ferrovial-Agromán, adjudicataria de parte del proyecto. Muchos años antes, en marzo de 1991, ETA había asesinado al delegado de Ferrovial en Valencia. Su delito: participar en las obras de la Autovía de Leizaran, trazado que ETA logró modificar a base de bombas en los años noventa.
'Kale borroka'
Pero la banda había convertido la infraestructura ferroviaria vasca en objetivo bastante antes. Los grupos de kale borroka de apoyo a ETA que han sido desarticulados en los dos últimos años tenían entre el material intervenido por la policía documentación para atacar la Y ferroviaria, cuyas obras se iniciaron en 2006. Durante todo 2007 y enero de 2008, el terrorismo callejero sumó un total de 25 sabotajes contra las empresas adjudicatarias, su maquinaria o instalaciones. En total, los ataques superan los 40.
Entre el material intervenido por la policía en esas detenciones, los cachorros de ETA tenían un documento titulado Txikitzaileak Txikitu (Destrozar a los que destrozan). "Parar la destrucción vendrá de la suma de todos los modos de lucha", se afirmaba en ese texto de ocho folios, cuya primera página recogía la lista de las empresas adjudicatarias de la Y ferroviaria vasca. Abría la relación Altuna y Uria, la empresa de Ignacio Uria, primera víctima mortal por el AVE vasco.
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