La división impide una solución africana

Víctimas del colapso de un régimen que ha llevado al país a un paro del 80% y a una inflación multimillonaria, el azote del cólera es la última pesadilla que deben soportar los 12 millones de zimbabuenses. La salida del poder del antiguo héroe de la independencia y hoy tirano, Robert Mugabe, es la solución que casi todos apuntan para aliviar la situación. Pero frente a la abierta hostilidad que le profesan Estados Unidos y Europa, los países vecinos que abogan por la "solución africana" a la crisis se han mostrado hasta ahora incapaces de romper un punto muerto que cada día que pasa cuesta la vida a decenas de personas y amenaza con llenar de refugiados Suráfrica y Mozambique.
"Mugabe tiene que dejar el poder", "ha convertido a su pueblo en sus prisioneros", "él es el problema", han repetido en los últimos días dirigentes occidentales como el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, o el primer ministro británico, Gordon Brown. A esta línea se sumó ayer el Gobierno español en boca de la secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez. "Debe irse. Hasta aquí hemos llegado", afirmó.
Pero la unanimidad en Occidente se torna en división en el continente. Entre los partidarios de echar a Mugabe se encuentran el primer ministro de Kenia, Raila Odinga, y el arzobispo surafricano Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, que han llamado al envío de tropas internacionales. La Unión Africana, sin embargo, fue incapaz de alcanzar un acuerdo la semana pasada. "Tenemos una grave crisis humanitaria. Tenemos cólera. ¿Piensan que lo podemos erradicar a tiros?", afirmó el pasado jueves un portavoz del presidente de Tanzania y máximo responsable de la Unión Africana, Jakaya Kikwete.
Suráfrica, la potencia regional, encabeza las reticencias a la intervención extranjera, en parte por el papel de Mugabe en los años ochenta contra la segregación racial. "Lo que tenemos que hacer con Zimbabue es aumentar la ayuda humanitaria", afirmó el pasado viernes Ayanda Ntsaluba, director general del Ministerio de Asuntos Exteriores surafricano. La "solución africana" que promueve este país pasa por mantener la presión sobre Mugabe y el opositor Morgan Tsvangirai para que acaben con la parálisis que sufre el Gobierno desde las últimas elecciones.
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