Tejas resiste la 'obamamanía'
Los blancos de clase media y los hispanos dan la victoria a Hillary Clinton
Carolyn James lo tenía todo preparado para la celebración del martes. Llevaba puesto el atuendo habitual (camiseta "Obama 08", sombrero con chapas del candidato y, en la solapa, la pegatina con el "Yo ya he votado"). Afroamericana, entrada en años, James había logrado un local en la Tercera Avenida de San Antonio donado por un empresario local paradójicamente republicano; había conseguido reunir a un grupo nutrido de voluntarios dedicados a difundir el evangelio Obama y había visto gratificado ese esfuerzo con una casualidad premonitoria: la noche anterior se anunció que la fiesta de Obama en Tejas tendría lugar justo al lado de su local, en la plaza del Auditorio Municipal de esta ciudad sureña.
"Vamos a ganar, y le voy a explicar por qué. Han venido a trabajar aquí voluntarios de todo el país, desde Utah al Caribe, desde Washington a Wisconsin. Son más enérgicos que los voluntarios que trabajan para Hillary Clinton. Y no puedo evitar que eso me recuerde lo que yo misma sentía por Kennedy cuando estaba en la universidad", dice James. Las paredes están empapeladas con fotografías del candidato y panfletos de campaña.
James y sus voluntarios infravaloraron el poder del apellido Clinton y su capacidad de recuperación. La senadora resistió el impulso de Obama y logró la victoria en esta batalla.
Su victoria en Tejas es apretada, pero meritoria porque rompe múltiples tendencias. En primer lugar, la enormidad de este Estado y los niveles históricos de participación han permitido a la senadora reducir a sólo dos puntos la diferencia en el recuento del voto popular en todo el país. Clinton ha invertido también la tendencia a la baja que tenía entre los votantes hispanos, que suponían un tercio del total. En las últimas semanas, Obama le había robado parte de ese colectivo, pero el cinturón latino de Tejas, los distritos más cercanos a la frontera, devolvieron a la senadora su ventaja.
"Los latinos jóvenes están con Obama", dice Suzie Zaragoza ("como la ciudad española", matiza) camino del mitin de Obama. Nacida en Tejas de padres mexicanos, tropieza con el español y vuelve en cuanto puede a la comodidad del inglés: "Los latinos jóvenes saben que, aunque Obama y Clinton tienen un programa extremadamente parecido, él tiene más posibilidades de ponerlo en práctica por su capacidad de diálogo".
Obama ganó entre los hispanos de 18 a 29 años, pero por un margen muy ajustado. En cambio, perdió entre los hispanos de Tejas su habilidad para atraer a indecisos e independientes, que también se inclinaron hacia Clinton por un 56% contra un 41%.
Fueron los hombres blancos los que dejaron a Obama sin Tejas, ese grupo inmenso de trabajadores de clase media que en su día fueron definidos como los demócratas de Reagan. Bill Clinton supo recuperarlos para su partido, pero Al Gore y John Kerry perdieron las elecciones por su incapacidad para mantenerlos. Obama no logra entrar en ese reducto electoral en el que Hillary Clinton volvió a demostrar su fortaleza en Tejas; según las encuestas, los temas que más preocupan a esa clase trabajadora son la economía y la sanidad, y para solucionarlas prefieren a Clinton.
Frente a las ruinas de El Álamo, un museo para turistas ofrece una atracción de dudosa moralidad: una silla eléctrica. Por un dólar, el turista morboso puede sentarse y recibir una descarga de pacotilla. Al lado, en la puerta de un restaurante, se recuerda que para entrar al salón hay que quitarse el sombrero. Esto es Tejas, y aquí ganó Clinton.

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