Ambición, creatividad y realismo
La empresa Mucho pasa con aplomo de crear la imagen de chocolates a diseñar las últimas páginas de 'The Observer'

El estudio de diseño Mucho apareció de la casi nada, donde parecía desterrado por el rígido establishment del diseño catalán, y arrasó en los pasados premios Laus, galardones anuales otorgados por el Fomento de las Ares Decorativas y la Asociación de directores de arte y diseñadores gráficos de Barcelona.
Les gusta acercar al cliente al diseño. Quieren que proponga y censure
Hoy es uno de los estudios más demandados de la capital catalana. Marc Catalá y Pablo Juncalleda son Mucho, tienen poco más de 30 años y una gran muesca en el currículum: durante casi un lustro fueron directores de arte del dominical británico The Observer. "Acabábamos de volver de Londres, de trabajar con Fernando Gutiérrez en Pentagram y lo último que nos apetecía era volver allá", recuerda Pablo. "Era una gran oportunidad, no pasa mucho que te ofrezcan ser director de arte de un medio de este calibre, pero en aquel momento nuestra cabeza y nuestro corazón estaban en volver a Barcelona y montar un estudio propio". Marc sigue la historia, dando la primera muestra de la perfecta coordinación que existe entre ambos, un matrimonio como los de antes. "Dijimos que no que había ido de un pelo, que podía haber sido cara o cruz, pero que al final fue cruz. El director se nos quedó mirando y nos dijo: 'Bueno, pues decidme qué debo hacer para que sea cara'. Y nos desarmó".
En Farringdon, barrio londinense en el que se encuentra la sede del dominical, creían en ellos. Fueron de los primeros, pero no los últimos. Tras compaginar constantes viajes en avión, la edición gráfica de una gran publicación y la incipiente puesta en marcha de un negocio propio, Marc y Pablo, antes del penúltimo cambio de orientación gráfica del Observer, decidieron que era el momento definitivo de volver. Desde su estudio en el Eixample barcelonés, en una habitación que antaño fue un lavabo, verbalizan el encargo que les ayudó a situarse donde hoy se encuentran. "Hacer toda la imagen de Xocoa (firma local que logró hacer del chocolate algo a la moda) fue un verdadero caramelo. Es un cliente estupendo, creativo, loco, que está en la misma onda que nosotros y al que le gusta mucho implicarse en el proyecto. Además, es una marca que aquí tiene mucha visibilidad y que nos abrió muchas puertas", recuerda Pablo.
A ambos les gusta implicar al cliente en el proyecto, que proponga, que acepte, que censure, incluso si es un cliente alejado por definición del diseño. "Nos gustan trabajos como los de Xocoa, la elaboración del libro sobre El Bulli que hicimos en 2005, o el packaging para Andrés Sardà. Pero, sobre todo, nos gustan los trabajos para clientes que, en un principio, no parezca que se vayan a definir por su imagen, como una inmobiliaria o una guardería". El cliente por encima de todo y la funcionalidad al mismo nivel que la estética. Un buen trabajo es un trabajo que funciona. Y a pesar de esta aproximación de nada ególatra neutralidad, existe un estilo Mucho, premeditado en la calidad y de una finura excepcional, nada ruidoso y muy sólido. "Echas un vistazo a los trabajos que has hecho el año anterior y dices: 'vaya obsesión más burra que me cogió mí con la geometría", apunta Pablo con respecto a los inevitables y definitivamente enriquecedores vaivenes estilísticos que definen un trabajo que hoy brilla en forma de la elaboración de la publicación Elle Decoration o la confección del catálogo de la firma de lámparas Biosca y Botey. "Esto último es un buen ejemplo de cómo darle un marchamo de diseño a algo tan inicialmente poco dado a ello como un catálogo de lámparas", apunta Marc. "Les implicamos en el proyecto, les convencimos para hacer producciones fotográficas y, al final, ha salido un trabajo redondo". Ambición, creatividad y realismo.

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