Al Getafe le pierde la desidia

Después de la victoria en White Hart Lane, ante el Tottenham, en un partido que por tradición e historia del rival fue todo un acontecimiento para el Getafe, el equipo de Michael Laudrup recibió al Hapoel Tel-Aviv israelí como quien tiene que rellenar un formulario en la ventanilla de un ministerio. Tanta desidia se le volvió en contra y cuando se quiso dar cuenta ya había encajado dos goles y dejado la oportunidad idónea de encarrilar su clasificación para la siguiente ronda de la Copa de la UEFA.

Laudrup había advertido a sus jugadores. Al técnico danés le preocupaba que nadie de su plantilla conociera a su rival. Quizás no se le puede pedir a un futbolista que recite de memoria la alineación del último clasificado de la Liga israelí. Lo que sí se le debe exigir es la tensión necesaria. Por ejemplo, para que un pase blandito, sin malicia, no se cuele entre los centrales apenas iniciado el partido. Sucedió a los cinco minutos del inicio del encuentro. Un lateral israelí sirvió un pase a espaldas de Belenguer y el Cata Díaz, que fallaron al tirar el fuera de juego. Por allí pasaba Badir. Sorprendido, recogió el balón sin que nadie le estorbara. Ni siquiera Ustari, dormido bajo los palos. El portero del Getafe no se movió, pareció que los tacos de sus botines se le hubieran quedado pegados a la línea de cal de su arco. Demasiado fácil para el delantero israelí.

No pasa por un buen momento el portero argentino del Getafe. Relegado a la suplencia en la Liga, en favor de su compatriota Abbondanzieri, el chico mira de reojo una posible salida del conjunto madrileño. Las oportunidades que Laudrup le ha dado las ha aprovechado de desigual forma. Alterna buenas actuaciones con fallos clamorosos. Como el del segundo gol, un saque de falta que se coló ante la pasividad de los defensas del Getafe y con Ustari errando en su salida de puños. Se lanzó hacia un balón inexistente cerrando los ojos en pleno salto.

El Getafe tocó a rebato en la segunda parte. Laudrup optó por cambiar la línea de ataque y sacó a Del Moral y Braulio, que le dieron un nuevo aire al equipo. Pero fue un espejismo. Los delanteros locales se estrellaron una y otra vez contra un muro: Enyeama. El portero nigeriano les amargó la noche. Un gol de penalti a última hora de Pablo Hernández fue insuficiente para redimir la actuación desganada de su equipo.