Festival bursátil de Telefónica

Bajo la batuta de su presidente, César Alierta, Telefónica se está dando un atracón bursátil. La cotización ha vuelto a niveles de 2000, justo antes de que la llamada burbuja tecnológica provocara el desplome de las acciones. Desde que hace siete años tomó las riendas de la mayor multinacional española, Alierta se propuso sanear y engrandecer la compañía para convertirla en un referente del sector.

Lo consiguió con un balance envidiable, hasta el punto de que Telefónica ha llegado a ser la operadora de telecomunicaciones que más dinero ganaba del mundo. Pero los mercados bursátiles le daban la espalda, y la cotización no subía. La Bolsa, por fin, ha reconocido esos méritos premiando a la operadora con subidas espectaculares. El anuncio realizado en Londres ante los inversores de todo el mundo de adelantar a 2008 el pago de un euro de dividendo y la previsión de aumentar los beneficios hasta los 11.000 millones en tres años han desatado la euforia de los inversores, que ven en la operadora un valor refugio.

Telefónica no sólo es la empresa española que más vale en Bolsa, más de 100.000 millones de euros, sino que rivaliza con Nokia por el tercer puesto en Europa, y es la cuarta operadora mundial de telecomunicaciones.

Alierta ha necesitado siete años para lograr ese objetivo. En el trayecto ha tenido que sortear escollos financieros, como el pesado lastre que le dejó en herencia su antecesor en el cargo, Juan Villalonga, con sus compras faraónicas. También ha tenido que lidiar con el poder político tras la llegada al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo entorno provocó el relevo de las cúpulas directivas de las empresas privatizadas.